miércoles, 25 de mayo de 2011

¿Sapore di sale?

Un sexto sabor, el del sexo

Como soy muy pudoroso, los asuntos de sexo me los lleva el casquivano de Pánfilo. A él le he pasado esta pregunta que el omnisciente bloguero “hibridación” plantea hoy en su bitácora: “¿a qué huelen y a qué saben los seres humanos del sexo opuesto?”. Pánfilo, aunque él no lo sepa, sufre de deformación profesional, y cuando le preguntas algo, su primer movimiento táctico es hacer que te sientas como un tonto de capirote. Inmediatamente te explica lo que le has preguntado con un tono de voz cavernario, de bajo. Como si la sabiduría no se pudiera expresar con un tono de voz agudo. Me ha dado la bulla por la expresión “sexo opuesto”. Le pido que no me regañe a mí, que yo no tengo nada que ver, que le parece a los maestros que regañan a los niños que están en clase por los que están haciendo las pellas. Dice Pánfilo con un tono abismal de voz que hay que ir desactivando el lenguaje de la confrontación entre hombres y mujeres. Que los sexos no son opuestos, sino complementarios. Que recuerde la creencia popular en la “media naranja” o, si hay que aportar un referente de altura, que ahí está Platón que nos hablará del "andrógino", interesante compendio de lo masculino y lo femenino, separado en dos mitades –la masculina y la femenina- por Zeus, temeroso de su fuerza. Sólo puedo interpretar como una de las consecuencias negativas de los resultados electorales el que Pánfilo se empeñe en que la pacificación de la guerra de los sexos pasa por el escalón provisional del lenguaje políticamente correcto. Le pienso decir que el lenguaje políticamente correcto no arregla nada que lo único que hace es enmascarar los problemas. Sí le doy la razón en que lo de “sexo opuesto” habría que reservarlo (en plural) para la logística del "69". 
Al rato de hablar con él por el móvil, me manda un mensaje con esta reflexión: “Se me olvidaba comentarte, "La Cólera de Aquiles", que padezco una enfermedad que no me deja oler los sexos y menos los lejanos u opuestos. Saborearlos si que puedo saborearlos, saben a ese sexto sabor, aún no descubierto, que no es ni dulce ni amargo ni salado ni ácido, ni unami; ese sabor sin nombre todavía, pero que es a lo que saben los sueños”. Le he contestado que esta última boutade suya me suena.

2 comentarios:

  1. Sapore di mare. En la logística del 69 se concentra precisamente la respuesta. Es entonces -complaciendo a Pánfilo- cuando el lenguaje de confrontación queda desactivado, suspendidas las funciones articuladoras de lengua y nariz.

    Iba a decir ha sido un placer, pero el pudor compartido y generacional me lo impide.

    Pablo, debo volver más a menudo por aquí. Un cordialísimo saludo.

    Miguel Cobo

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  2. Miguel, creo que ha llegado el momento de activar una "tercera articulación" del lenguaje para los casos que señalas de bloqueo de las dos primeras, a causa de la logística del "69". Porque en esta posición tan comprometida no se puede renunciar a la palabra por si hubiera que producir ligeros ajustes. Gracias. Y un saludo.

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