martes, 3 de noviembre de 2009

Seamos serios, hablemos en broma

A ciertos periodistas  les debe resultar difícil imaginar un mundo sin Belén Esteban o sin políticos. Son simbióticos. Se buscan, se fagocitan, se rechazan, vuelven a juntarse, viven los unos de los otros. En principio política y periodismo de humor deberían de ser incompatibles. La seriedad del tribuno frente a la frivolidad del bufón. Pero se les ve juntos, se dejan preguntar; los políticos más imaginativos y campechanos,  juegan a ser más graciosos que los periodistas que les interrogan; pero la cosa se tensa, el ímpetu humorístico se agota y el político exhausto, pone cara de portador de la antorcha que guía a la plebe y marca las distancias. La frase que divide el territorio se parece bastante a esta: Bueno, ahora hablemos en serio... Y se montan en el devocionario/argumentario de su partido y se acabó lo que se daba. Aunque ellos saben mejor que nadie que la única forma de hablar en serio de casi todas las cosas, es hacerlo en broma.

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