sábado, 28 de noviembre de 2009

¿Por qué muchas mujeres leen Millenium?

Acabo de leer “Los hombres que no amaban a las mujeres”. En verano llegué a un acuerdo con mi hija, ella leería "Ana Karenina" y yo la primera entrega de "Millenium". Ambos hemos salido beneficiados. Tenemos algo, más, de lo que hablar. Mi hija me ha recordado que Tolstói evita describir los pormenores del primer encuentro erótico de Ana y su Amante, Vronsky. En la edición que ella ha manejado, unos puntos suspensivos marcan, pudorosos,  la ausencia, al principio del capítulo XI de la Segunda parte. Pero Tolstói sí detalla a lo largo de la novela los matices del sentimiento de culpa que invade a Ana por su adulterio. Al novelista ruso le resulta más fácil hablar del pecado que del placer. Hoy parece que es más sencillo hablar del placer que de la culpa y cantidad de polvos aparecen esparcidos por miles de novelas escritas por hombres y mujeres. La que ha tenido la suerte de codificar o protocolizar algún polvo, como Almudena Grandes, en su "Las edades le Lulú", luego lo repite en las novelas siguientes. Describir un polvo no es fácil,  los puntos suspensivos son más cómodos. En "Millenium", los polvos están tratados con la misma distancia -la de lo inefable- que  en "Ana Karenina", novela escrita también por un hombre. En cambio los abusos sexuales, la crueldad, el deseo de dominio que se esconde bajo los malos tratos a las mujeres, infligidos por hombres, tienen en la novela de Larsson un tratamiento tan pormenorizado y cuidadoso como el sentimiento de culpa en el novelista ruso. Y debe de ser una de las causas de su éxito y de que este best-seller lo lean más mujeres que hombres.
(Este tema no se queda así. Continuará...)

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