domingo, 16 de enero de 2011

Para la libertad, friego, plancho, cocino...

La lucha por la libertad
Alguna de las entradas de este blog se va pareciendo bastante a un odioso capítulo de cualquier libro de autoayuda. Releyendo algunas entradas, resulta evidente. El otro día, me despaché con el invento del “elongador telescópico” –que todavía no he patentado-  para que las familias pudieran aprovechar mejor el café  que, como todo, ha subido, y hoy, me voy a meter en el berenjenal de advertir a los matrimonios  sobre lo importante que es para la vida en común llegar a un reparto justo de las labores domésticas.  No piensen los matrimonios homosexuales que quedan fuera de esta admonición, porque una vez que la sociedad acepta con naturalidad estas uniones, emergen los problemas de la vida en común. Les sucederá como al anciano que, superada una gravísima enfermedad, se encuentra, ya sano, con que la medicina que acabó con los virus que lo pusieron al borde de la sepultura, le ha devuelto los muchos años y sus lacerías.  El fin de la discriminación, no librará a estas parejas de las heridas que inflige la vida en común. Entonces, si se quiere seguir siendo libre dentro del matrimonio,  si se quiere seguir afirmando en las reuniones de amigos que “ella, o él, me lo hace fácil y maravilloso”, aplíquense todos la máxima que acompaña a la foto.  No contraigan deudas eternas, por no dedicar unos minutos a meter los cubiertos en el cestillo.

2 comentarios:

  1. M. Hernández (apócrifo)18 de enero de 2011, 1:23

    ... porque donde los platos
    bien sucios amanezcan
    ella pondrá estropajo
    y espuma detergente
    y hará que instantes gratos
    otra vez aparezcan:
    ya no hay arriba ni abajo.

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  2. Miguel H. (apócrifo), usted no debe permanecer en la cladestinid por más tiempo. Emerja, hombre, emerja y "agarraditos los dos" podíamos verter toda la poesía española a lo "humano". Despojarla de las ingentes acumulaciones de estupideces sagradas que la comunidad académica ha vertido sobre ella. ¡Salgamos del armario de los cultos y latinoparlantes! Sus versos son indicio claro del don que lo posee. No se tarde, buen trovero, no se tarde que me muero.

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