Niños del 36 educados en valores
Si vendes juguetes, por Reyes te llevan a alguna tertulia a que opines sobre qué tipo de juguetes hay que regalar a los niños, el sexismo en el juguete, las muñecas, las pistolas, los cañones las barbies y todas esas puñetitas. No falta en esas tertulias un psicólogo de la Junta que insiste en que hay que “educar en valores”. Si quieres quedar bien, te tienes que pronunciar porque los juguetes sean los mismos para niños y niñas. Y llevarás mucha razón, si un niño o una niña consigue emerger de la montaña de peluches y obsequios que les han hecho a lo largo de todo el año -sin control ni discriminación- y llega con la capacidad de discernimiento medianamente desatascada a la avalancha de juguetes que les caen encima en Reyes, es mejor que no reciba más “lanzamierdas”, si es varón, ni más “alternadoras eslavas” enlicradas, de melena rubia, si es hembra. No es que importe mucho, porque a estas alturas del año lúdico a los peques les da igual ocho que ochenta y a los padres, no digamos: lo único que les preocupa es encontrar en el piso de 50 metros dónde meter la remesa de juguetes del 2011, anegados todavía por la marea de la remesa anterior que no han podido almacenar por completo. Al juguetero de la tertulia le ha preguntado una feminista varada si los padres han comenzado a regalar muñecas a los varones, y el hombre ha confesado que no. Que los niños, si hablamos de los niños, hasta que no entran en alguna cofradía de Semana Santa no comienzan a jugar en serio a las muñecas. Las muñecas se siguen regalando a las niñas, que ya tendrán ocasión de mayores de alistarse en el ejército e ir a algún lugar del mundo, con sus fusilitos y sus “mataflus”, a acabar con todo lo que se mueve, o a morir ellas mismas, en alguna guerripaz tope de gama. Los juguetes, hoy en día, ni educan ni dejan de educar “en valores”. Bastante tienen los chiquillos con quitárselos de encima, para que no los aplasten. Los valores los aprenden, como los niños de la foto de Centelles (1936), de lo que ven hacer a los mayores.
Qué bonita imagen, en un principio pensé que se trataba de un fotograma de "Novio a la vista". Recuerdo que una vez te vi en una mesa redonda con Berlanga, en el Hospital Real creo recordar, y fue un placer y un descojone. Hablando de descojone. Empieza el año y esta noche tendré que ir a mi concierto de Reggae sin poderme fumar unos cigarros (mucho menos unos porrillos de María, que es lo que pega y a cuya legalización aspirábamos no ha tanto). Al mismo tiempo, parece que a mi hijo le pondrán unos centinelas de patio en la escuela para vigilar que reparta bien su tiempo entre saltar a la comba y jugar al fútbol. A sus compañeras también les obligarán, supongo, a obviar lo que les apetece hacer e imitar patrones de juego más testosterónicos, a su pesar. Observo todo esto y me sobresalen dos pensamientos sobre todos los demás. Por un lado, me viene Orwell al memento y veo que, con el tiempo, se quedará corto. Por otro, simplemente pienso que estoy hasta los cojones de pamplinas y cuchufletismos políticamente correctos. O sea, que yo no me puedo echar un pitillo en un pub a las dos de la madrugada, pero puedo respirar el humo de toda fábrica y coche y soportar las declaraciones de una tal Rosa Aguilar, dizque Ministra de Medio Ambiente, defendiendo los alimentos transgénicos. Mi niño no puede jugar a poli y ládron o a los vaqueros con sus buenas pistolas, pero España es uno de los mayores exportadores de armas del mundo (incluido el tratado preferente con Marruecos e Israel, demócratas ande los haiga). La Consejería de Salud pone en marcha programas contra la obesidad infantil y por una nutrición sana, mientras que la Consejería de Educación cierra todos los comedores y contrata caterings. A mi hijo le enseñarán en la escuela la igualdad de géneros, pero si voy a un juez y pido la Custodia Compartida poco menos que acabaré en el talego. En medio de todo esto, que un partido que se llama Socialista y Obrero sea el adalid del neoliberalismo más bestia supongo que es sólo una casualidad más. O eso, o los alienígenas ladrones de cuerpos y mentes han tomado definitivamente el planeta.
ResponderEliminarFeliz 2011!! (no te preocupes, Pablo, seguiré tu consejo de centrarme en las cosas pequeñas del día a día y no sucumbir al desánimo).
Por cierto, una nota positiva, la exposición de Centelles "la caja de galletas" aún puede verse por unos días en el museo Ángel Ganivet, en horario de mañana y tarde.
La caja de galletas en la que se han conservado las fotos de Centelles, pudo estar fabricada en una empresa de Badalona que ya no existe de nombre: 'G. de Andreis Metalgraf Española S.A.'. La gente la llamaba familiarmente “la llauna”, o sea, “la lata” porque las cajas de galletas, ya sabes, eran -y algunas aún son- de hojalata. El edificio de la fábrica es hoy un I.E.S. y conserva el nombre: "La Llauna". Corleone, amigo, pequeñas cosas... Gracias. Un saludo afectuoso.
ResponderEliminarPablo y Corleone, recuerdo que a mis hijos, que son más o menos de la edad de Corleone, les restringía la Coca-cola y otras bebidas espumosas, es decir, no las compraba nunca, por lo que se inflaban de beberlas en casa de sus abuelos o de los amigos, pero no caí nunca en la tentación de prohibirle a ambos -niño y niña- que jugaran con lo que quisieran, fueran mandelmanes, o nancis o pistolicas; así he logrado que el niño no se convirtiera de adulto en un tonto cofrade. Y ¿qué me decís de los cuentos -"a favor de las niñas"- alternativos a los tradicionales, que se pusieron de moda en los 70?
ResponderEliminarFeliz año 2011 y SALUD! que ya vendrá la República.