Ruth Orkin Sitting at a Statue, 1951
Cuando todavía no se había inventado el lenguaje articulado los seres humanos mataban. La invención del lenguaje disparó la natalidad, facilitó la transmisión rápida y eficaz de las técnicas de supervivencia, la propagación del fuego y los asados, y contribuyó al perfeccionamiento de la fabricación de armas de guerra. Los hombres siguieron matando. El descubrimiento de la escritura aparece relacionado con la necesidad de llevar la contabilidad en los almacenes de grano de Mesopotamia. Pronto, la escritura se convirtió en una herramienta de pago y emitió en cerrado hasta el descubrimiento de la imprenta, que bajó el precio de las suscripciones, liberalizó algunos canales y se comenzó a emitir en abierto. Pero los hombres, escritores y lectores, no dejaron de matar. En Alemania, a finales del XIX, el analfabetismo casi no existía. Ni en Rusia, después de la revolución, ni en EEUU, pero a lo largo del siglo XX, se siguió matando, cada vez de manera menos selectiva, más indiscriminada. Co la misma eficacia salvaje con que el Dios de la Biblia se quitaba de encima una nación o a un pueblo enteros sólo por mirar mal a Israel. En Segovia, un hombre que leía mucho, adoraba a Platón y oía música clásica ha asesinado hace unos días a su mujer y a su hijo. El leer, en el imaginario de la gente, es actividad pacífica, contraria a toda violencia, pero esto sólo es un espejismo. Si estadísticamente se mata mucho menos mientras se lee es porque resulta incómodo leer y disparar al mismo tiempo.
Yo una vez quise comprar un billete de avión y plantarme en Estados Unidos sólo para matar a una escritora. El libro que había escrito era tan malo que me enfadé y todo. Ese es un ejemplo de cómo la lectura te puede llevar a matar.
ResponderEliminarO a piratear los libros, Irene, para que los escritores, sobre todo los malos, mueran de inanición. Es más lento, pero no deja rastro penal, por ahora. Un saludo cordial. Gracias.
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