Cuando voy a Galicia y oigo a los políticos o a los locutores de televisión o de radio hablar en lo que ellos llaman “galego”, les agradezco el esfuerzo que hacen para que un visitante de Villanueva del Arzobispo, que es el pueblo de Jaén donde nací, se entere perfectamente de lo que dicen sin necesidad de traductor. Esto no me sucede cuando voy a Francia o a Italia. En estos países, me tengo que pasar al menos una semana oyendo el trasparente francés de Radio Notre Dame, emisora católica de pausados hábitos misioneros con aborígenes, para entender lo que me dice la panadera que me vende los cruasanes, que es algo cachonda y se ríe de mí descaradamente, sin que yo, minusválido en francés, pueda entrar en el combate que tanto me entretiene cuando las que se ríen de mí son las panaderas de Alfácar, en Granada. En Italia, me coloco los auriculares nada más llegar a Roma, y soporto devotamente durante 10 días, los fervorines de Radio Vaticana, elaborados con la lenta prosodia pedagógica de Chavela Vargas, mujer que más que corridos canta sesudos arrastrados. Pasado ese tiempo de aprendizaje, entiendo algo de los debates del parlamento italiano y la chiacchiera de los vendedores de los mercadillos de Porta Portese , en el Trastevere. Y es porque francés e italiano, son lenguas diferentes del español; románicas, sí, pero diferentes y, como tales, no las entiendo. Lo que me extraña es que los campesinos o pescadores de Ourense o de Miño, hablantes de otra lengua románica, el galego auténtico, no hayan solicitado un traductor para enterarse lo que les dicen los políticos y los presentadores cuando les hablan en ese raro invento, fruto de la filología industrial, que ni es castellano ni es gallego. No digo yo que cada campesino reclame un traductor, pero sí uno por casa. Tendrían el mismo derecho que los senadores que se gastan 12.000 por sesión en traductores, y mucha más razón.
Y ahora mas en serio. Estos señores políticos dan la impresión de que no saben en qué gastarse el dinero, en un momento en el que todos reclamamos austeridad… ellos… incalificable. Pero aún lo es mas el hecho de que elijan hablar a través de la interpretación de terceras personas que directamente entre ellos, pudiendo hacerlo. ¡Pudiendo hacerlo! Eso ya denota una memez mental de tal calibre que ya no es que resulte incalificable es que no hay calificativo que exprese en toda su extensión la estupidez de estos personajes que se gastan nuestros dineros.
Ninguén, que eu saiba, té tódala razón. O do Senado é máis xesto que ren -dende logo, preciso-, aínda que, Pablo, eu iría moito máis lonxe: a esixir aos políticos que, coma son españoles e as língoas tamén, as poucas semanas de escoitalas, estiveran en condicions de entendelas, coma ti estás co resto das románicas, ou máis ou menos. ¿E sabes por qué o da presencias das língoas españolas no Senado? Pois porque foron máis de cuarenta anos -e nin digo, ollando màis para atrás nos séculos- a perseguilas coa língoa única do Imperio, a de Castela, ise latín pasado polas falas vascófonas; eu tiven alumnos na clase de Lingoa Castelana que tiñan que facer un gran esforzo pra entender o castelán no que lles falaba e expricaba, como é loxico. Ara visc, i des de fa més de 30 anys al PV, i la història de la seva llengua és més o menys la nostra, la dels gallecs. Els polítics d'un i altre país intenten castellanitzar ambdues llengües sempre que poden, i perquè no saben parlar cap d'elles amb correcció, tot sigui dit. Potser estiguis d'acord amb mi: entendre, i fins i tot parlar una llengua, depèn de la teva actitud. Al-Andalus viva siempre, por ahí nos trajeron la ducha a los pelayos bárbaros norteños:-) Un saludo, Pablo.
Mariana, yo no sabía nada del gallego, hasta que en 1973 llegó a mi Instituto de Montilla como Catedrático de Lengua y Literatura, Xexús Alonso Montero, desterrado por Franco de su patria. Leí su “Informe -dramático- sobre la lengua gallega” y conocí el problema de la diglosia que tu apuntas. Por eso, cuando paso una temporada en Galicia, me fastidia ese invento que quieren hacer pasar por gallego. Leyendo tu comentario, se aprecia claramente que el gallego -y el catalán- son otras lenguas, con sus diferencias y sus dificultades de comprensión para los que no las hablamos. Las mismas que ofrecen el francés o el italiano. Los políticos no saben en qué lío se han metido, al ponerse en manos de unos especialistas, los traductores, que ya han empezado a ponerles mala nota a algunos por lo mal que hablan "su lengua". Anasagasti obtiene una calificación muy mala. Y detrás irán otros. Espero encontrarte por aquí en otra ocasión. Viva Euzkadi libre y nazarita, abajo los bárbaros del Sur. Un saludo cordial.
Podemos aprender del pasado pero hacer de sus fracasos una bandera creo que es un error y nos lleva a seguir fracasando. Habría que actuar con lógica y sensatez. Quizá me equivoque.
No, la verdad es que he visto mas en Castilla, encaramados al muro. Mis recuerdos de Galicia no dejan de ser curiosos. Siendo que no recuerdo la lluvia como algo presente, uno de los recuerdos mas agradables es el de todos nosotros, amigos y hermanos, niños mirando desde los soportales las miles de pompas que el agua hacía en el suelo de grandes losas...
Ana María, no sé quién decía que "todas las verdades generales son falsas, incluso ésta", por lo que no me atrevo a decir generalidades de Galicia y de los gallegos, lo que sí recuerdo de allí es el trato que recibes en los comercios y en las bibliotecas y en los pueblos. Un trato, generalmente, acogedor y cercano. Y otra cosa, en Galicia se da mucho la persona habladora, de eso me he dado cuenta porque tiene uno que batallar para meter algunas palabras en la conversación. Un saludo afectuoso.
Anónimo, yo la versión que tenía del destierro de Alonso Montero es la que me dio él mismo en Montilla y la que leí en algún periódico. Me interesa mucho que usted cuente aquí su versión de los hechos. Se lo agradecería mucho. Todavía estoy en edad de aprender.
Y tanta razón tendrían, ni es castellano, ni es gallego y encima ¡hay que ver el trabajo que les cuesta hablarlo!
ResponderEliminarY ahora mas en serio. Estos señores políticos dan la impresión de que no saben en qué gastarse el dinero, en un momento en el que todos reclamamos austeridad… ellos… incalificable.
ResponderEliminarPero aún lo es mas el hecho de que elijan hablar a través de la interpretación de terceras personas que directamente entre ellos, pudiendo hacerlo. ¡Pudiendo hacerlo!
Eso ya denota una memez mental de tal calibre que ya no es que resulte incalificable es que no hay calificativo que exprese en toda su extensión la estupidez de estos personajes que se gastan nuestros dineros.
Ninguén, que eu saiba, té tódala razón. O do Senado é máis xesto que ren -dende logo, preciso-, aínda que, Pablo, eu iría moito máis lonxe: a esixir aos políticos que, coma son españoles e as língoas tamén, as poucas semanas de escoitalas, estiveran en condicions de entendelas, coma ti estás co resto das románicas, ou máis ou menos. ¿E sabes por qué o da presencias das língoas españolas no Senado? Pois porque foron máis de cuarenta anos -e nin digo, ollando màis para atrás nos séculos- a perseguilas coa língoa única do Imperio, a de Castela, ise latín pasado polas falas vascófonas; eu tiven alumnos na clase de Lingoa Castelana que tiñan que facer un gran esforzo pra entender o castelán no que lles falaba e expricaba, como é loxico. Ara visc, i des de fa més de 30 anys al PV, i la història de la seva llengua és més o menys la nostra, la dels gallecs. Els polítics d'un i altre país intenten castellanitzar ambdues llengües sempre que poden, i perquè no saben parlar cap d'elles amb correcció, tot sigui dit. Potser estiguis d'acord amb mi: entendre, i fins i tot parlar una llengua, depèn de la teva actitud. Al-Andalus viva siempre, por ahí nos trajeron la ducha a los pelayos bárbaros norteños:-) Un saludo, Pablo.
ResponderEliminarMariana, yo no sabía nada del gallego, hasta que en 1973 llegó a mi Instituto de Montilla como Catedrático de Lengua y Literatura, Xexús Alonso Montero, desterrado por Franco de su patria. Leí su “Informe -dramático- sobre la lengua gallega” y conocí el problema de la diglosia que tu apuntas. Por eso, cuando paso una temporada en Galicia, me fastidia ese invento que quieren hacer pasar por gallego. Leyendo tu comentario, se aprecia claramente que el gallego -y el catalán- son otras lenguas, con sus diferencias y sus dificultades de comprensión para los que no las hablamos. Las mismas que ofrecen el francés o el italiano. Los políticos no saben en qué lío se han metido, al ponerse en manos de unos especialistas, los traductores, que ya han empezado a ponerles mala nota a algunos por lo mal que hablan "su lengua". Anasagasti obtiene una calificación muy mala. Y detrás irán otros. Espero encontrarte por aquí en otra ocasión. Viva Euzkadi libre y nazarita, abajo los bárbaros del Sur. Un saludo cordial.
ResponderEliminarPodemos aprender del pasado pero hacer de sus fracasos una bandera creo que es un error y nos lleva a seguir fracasando. Habría que actuar con lógica y sensatez. Quizá me equivoque.
ResponderEliminarAna María, qué me dices del faladoiro.¿Viste alguno en un pazo?
ResponderEliminarNo, la verdad es que he visto mas en Castilla, encaramados al muro.
ResponderEliminarMis recuerdos de Galicia no dejan de ser curiosos.
Siendo que no recuerdo la lluvia como algo presente, uno de los recuerdos mas agradables es el de todos nosotros, amigos y hermanos, niños mirando desde los soportales las miles de pompas que el agua hacía en el suelo de grandes losas...
Ana María, no sé quién decía que "todas las verdades generales son falsas, incluso ésta", por lo que no me atrevo a decir generalidades de Galicia y de los gallegos, lo que sí recuerdo de allí es el trato que recibes en los comercios y en las bibliotecas y en los pueblos. Un trato, generalmente, acogedor y cercano. Y otra cosa, en Galicia se da mucho la persona habladora, de eso me he dado cuenta porque tiene uno que batallar para meter algunas palabras en la conversación. Un saludo afectuoso.
ResponderEliminarPor Franco no, por injuriar gravemente a una compañera del instituto, que todo hay que decirlo.
ResponderEliminarAnónimo, yo la versión que tenía del destierro de Alonso Montero es la que me dio él mismo en Montilla y la que leí en algún periódico. Me interesa mucho que usted cuente aquí su versión de los hechos. Se lo agradecería mucho. Todavía estoy en edad de aprender.
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