martes, 18 de enero de 2011

Lo que el viento soslayó


Una buena narradora
En la Red triunfan las páginas de humor. La amenaza de una catástrofe económica, en lugar de sumir a los internautas en el luto, les hace estallar en risas. Algo parecido contaba mi madre de los años de la Guerra Civil. Uno es cada vez más de su infancia. La mía, muy cercana a la contienda, está llena de los relatos de mi madre, que era una buena narradora. Su versión de "Lo que el viento se llevó”, desgranada una y otra vez ante sus 9 hijos, fue de tal calidad y colorido que cuando por fin tuvimos edad para ver en un cine a Escarlata O’Hara diciendo aquello de "Juro por Dios que no volveré a pasar hambre”, nos supo a poco y a alguno de nosotros le resultó una escena desvaída. Ella tenía la virtud, que cultivó toda su vida, de contarnos siempre las mismas cosas, de una manera distinta y de sojuzgarnos con su inteligencia e ironía. En su lecho de muerte me dijo: “Pablito, precioso, pélate que le pareces a Pepe Oneto”. Desde entonces voy al barbero con frecuencia, la idea de parecerme al periodista me tiene traumatizado. Nos hablaba del hambre y del miedo que habían pasado en la Guerra y que, pese a todo, la gente se moría de risa. Que la familia, a falta de comida y entretenimientos, se divertía muchísimo con la tontería más insignificante. Era una manera de alejar el miedo y de engañar el hambre. Mi madre era una de esas mujeres que parecen programadas genéticamente para colonizar continentes: nunca dijo que la guerra la hubiese traumatizado. Quizá porque los traumas aparecieron años después con la irrupción de los sicólogos y sus consultas. Mi madre se tomaba la vida tan en serio que casi siempre hablaba en broma. De ella aprendí a no ponerme estupendo nada más que cuando juego a los bolos con mi nieta. No soporta que le gane y yo, para educarla, procuro ganarle, seriamente, siempre que puedo. Que cada vez puedo menos.

2 comentarios:

  1. Gracias. Te echaba de menos.
    Esa promesa de uno diario... No contaba con las vacaciones.
    Como casi siempre yo estoy en estado "estupendo" seriamente seria, con éste carácter tan gallego el mío... menos mal que, aunque no lo parezca por dentro tengo sentido del humor... y es un bálsamo un andaluz irónicamente estupendo.
    ¡Preciosa infancia!

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  2. Ana María, voy por Galicia casi todos los años. Perdona si te digo que en parte, por lo bien que se come y en parte, para desintoxicarme de la particularidades del ser granadino.Recalo en Ferrol y me paso todo el día en la calle, hablando con la gente, tan compleja, tan acogedora, tan retorcida, a veces...Los mejillones al vapor que me pusieron el verano pasado en el restaurante "O gallo", me obligarán a volver. Escribí allí una entrada, Mulleres falando, que quizá te interese, por el toque local. La encontrarás en: http://purpuranevada.blogspot.com/2010/08/mulleres-falando.html
    Gracias por tu seguimiento. Un saludo muy cariñoso.

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