viernes, 23 de septiembre de 2011

¡No me mires, no me mires!, mal

Recuerdo que en la Transición se publicaron manualitos de todo. Había uno de sociología que planteaba el tremendo dilema de si el hombre es bueno o malo por naturaleza. Yo me apunté entonces a que el hombre era bueno en la línea de salida pero que como nacía en una sociedad injusta y feroz, se volvía malo. Quizá la democracia que "nos hemos dado", sea mala, y corrompa a todo el que se emplea en la vida pública (en "el servicio a los demás"). La ocurrencia del PP, respaldada por el voto de CIU, y la abstención cómplice de CCOO, PSOE y ERC (sólo se opusieron IU y UGT) de controlar los contenidos de la información de RTVE, así por derecho, por la cara, es un signo de la falta de respeto de estos "mediadores" para con los ciudadanos. Creen que la información debe llevar trufada una cantidad de propaganda proporcional al número de votos que cada partido haya obtenido en las elecciones. Es decir, que la información es propaganda. Esta perversión la vienen practicando todos los partidos en las autonomías en que gobiernan, en los ayuntamientos y en las diputaciones. Fatima Mernissi, la socióloga marroquí, Premio Principe de Asturias de las Letras 2003, en su discurso de aceptación del premio explicó que lo que caracteriza al Islám primitivo, el de los siglos que van del VII al X, es el haber desarrollado el arte de dialogar con el adversario. De poner la pedagogía del dialogo por encima de todas las estrategias de la vida en común. Veía Mernissi como una señal de esperanza el que en el mundo árabe 140 emisoras de TV, empezando por Al Jazzira, estuviesen trabajando para restaurar la antiquísima costumbre islámica de hablar, de dialogar, de confrontar opiniones pacíficamente. En España, debe de haber miles de emisoras, locales, provinciales, autonómicas, nacionales, dedicadas a pervertir el concepto de Libertad de expresión y convertirlo en propaganda. Ignorando que el derecho a la libre expresión, a dar y recibir información, no puede ser secuestrado por los representantes de los ciudadanos, sino que reside en éstos y es una de las pocas herramientas que les quedan para controlar los abusos del poder. Conscientes de lo mal que lo hacen, creen poder convencer al público de que son buenos, simplemente intóxicandolo con mentiras o con verdades mutiladas. No hay político que salga a la calle sin su camarita de tv y sus periodistas a sueldo. Al menos Zapatero, con todo lo malísimo que es, se ha limitado a hacer propaganda en la serie "Amar en tiempos revueltos", dejando la información en manos de los profesionales. Hoy mismo habría que cerrar todas las televisiones que cacareasen de ser un" servicio público", siempre que se demuestren que solamente son la voz de su amo. Nos ahorraríamos un dineral. Y, sobre todo, dejaríamos de ser tierra de misión para estos predicadores de sí mismos.

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