viernes, 25 de marzo de 2011

Rebelde sin cara

Rebelde libio
Jeanette achacaba el síndrome de la rebeldía a la sociedad: “Soy rebelde porque el mundo me ha hecho así”, cantaba. En mi casa, rebelde era un sinónimo de zangolotino, niño “insonrible” (etimología popular, que une insoportable y horrible), revoltoso, ‘desinquieto’, bacinete, coñazo…  lo más normal es que el rebelde no tenga causa. Que su activación se deba a que ya no puede más, y explota y pide “ley para aquello que siente excesivo” (Celaya). No tiene ideología, ni ideario, ni proyecto, ni carnet.  De tenerlos, sería un revolucionario. Ahora mismo los rebeldes son temibles. No se les pone ni cara ni adscripción, para, si triunfan, colocarles la careta de los que les ayudaron a expulsar al tirano. Desde los aviones no se ven nada más que rebeldes disparando, cuando nos bajemos de los aparatos para confraternizar con “los rebeldes”,  los encontraremos muy parecidos a Obama, a Sarkozy, al mismo Gadafi y cantando de nuevo con Jeanette: “Y quisiera ser como el niño aquel / como el hombre aquel que es feliz /Y quisiera dar lo que hay en mí /todo a cambio de una amistad”.  Los rebeldes, en muchas ocasiones, terminan dándolo todo a cambio de nada. Les pierden las malas compañías.

2 comentarios:

  1. Pablo, qué envidia más sana y más buena me produce esta tu meridiana lucidez de siempre. Leo. Releo: "No tiene ideología, ni ideario, ni proyecto, ni carnet. De tenerlos, sería un revolucionario. Ahora mismo los rebeldes son temibles. No se les pone ni cara ni adscripción, para, si triunfan, colocarles la careta de los que les ayudaron a expulsar al tirano. (...) Los rebeldes, en muchas ocasiones, terminan dándolo todo a cambio de nada." Y digo que envidia sana y buena porque sólo es que se me produce tras la buenaventura de llegar, leerte y encontrarme las cosas contadas transparentes, verdaderas y tranquilas. Muchas gracias. Y salud, L.

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  2. Luisa, cargo de conciencia es lo que se tiene en esta casa por llevar tanto tiempo sin acudir a las gratísimas sesiones de "La Casa con libros". Hiriendo, innecesariamente, a los amigos con "flechazos imprecisos" de ingratitud. Pero esto se va a acabar. Volveremos y hablaremos. Un abrazo.

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