El escribir produce placeres muy parecidos a los de la caza. En realidad es un sucedáneo. Compites con otros cazadores a ver quién lo hace mejor, quien cobra la pieza más distante o esquiva. Un soneto, una novela, un aforismo. Un post. Entre cazadores el prestigio se alcanza cuando uno ha puesto sobre la mesa la pieza más preciada. También entre los pescadores. Ese es también el juego de los poetas. Antes del verso perfecto o de la garza lustrosa, ni el cazador ni el escritor son nada. Y si luego aparecen con un ripio infame o con una gallineta esmirriada, de nada servirán los éxitos precedentes. Pero ahora se lleva muncho entre los que escriben solicitar el premio antes de haber aportado la pieza. Son actitudes pre lingüísticas (¿preglóticas , preglósicas?) incomprensibles en personas que trabajan con el idioma. Hay mucha gente que escribe, en periódicos o en blogs, que no nos deja rendirnos, asombrados, seducidos por lo que escriben, porque lo primero que nos dicen, antes de que tengamos conocimiento de una sola línea de su producción, es que ellos, aunque no escribieran, ya serían excelentes. Enumeran sus virtudes, el aprecio que les tiene la gente con la que tratan, sus perros, el portero… Como el Amado del poema de San Juan de la Cruz, están seguros de dejar a todo el mundo prendado de su hermosura, con sola su figura. No sé por qué escriben. Mejor que hablaran con John Galliano.
martes, 8 de marzo de 2011
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¿Cómo podríamos sino seguir dando sentido a términos como petulante, engreído, envanecido, soberbio, egotista, vanidoso? ¿Narciso?
ResponderEliminarAunque seguro que en el fondo serán excelentes pero, seguro también, no por lo que ellos piensan.
Lo peor es que en los tiempos que corren, que a veces parecen muy mediocres, pueden llegar a ser líderes que marquen el camino del éxito.
Lúcida amiga, hoy en día, la excelencia pasa por la invisibilidad. El buen paño en el arca se vende, como yo digo. Gracias
ResponderEliminarCon el fin de no naufragar en la bacía del barbero hacia la que se acerca tu afilada cuchilla literaria, te contesto con dos aforismos de Elias Canetti (me ahorro decir lo de "gran escritor"):
ResponderEliminar"Todo lo que ha ocurrido teme a su palabra".
y
"Lo que más aprecio en un verdadero escritor es aquello que omite por orgullo".
Gracias y saludos.
Todo lo ocurrido debe de temer a su palabra, trasindependiente, por traicionera, por traicionera... Gracias, hombre, y que pases un buen día.
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