sábado, 8 de junio de 2013

Sin traer presentes, piden mercedes


Hasta en el siglo XV, se sabía que no bastaba con palabras para ganarse la vida o el favor de la gente. Ahora, los políticos locales europeos, con las manos atadas por las bridas de las disposiciones comunitarias, solo ofrecen promesas que no está en sus manos cumplir. El presidente del Gobierno, en medio de una catástrofe que se le ha escapado de las manos, ha declarado esta mañana en Valencia, que "Este año será mejor que el pasado, pero será peor que el que viene, y el pesimismo ya está en retirada en este país". El lunes encargará una encuesta para ver los efectos de este "peo de lumbre" en los votantes y como la gente, según los cínicos expertos recorta-pensiones, no va a reaccionar todavía violentamente, a palos, se ocupará en recortar las pensiones. En el siglo XV lo hubieran mandado a coger higos con el garabato. El novelista de finales de esa centuria, Juan de Flores, autor de La Historia de Grisel y Mirabella, empleado palaciego, sabe que le pagan por escribir novelas o poemas para la damas de la corte y que “si desacompañado de tales servicios (sus novelas) viniese sería recibido como labrador que a puerta de gran señor sin traer presente pide mercedes “. Hoy, nos piden el voto y la resignación, con las manos vacías. La madre de mi amiga María Angustias Ruiz ha resumido acertadamente la actitud desvergonzada de esta gente: "se adelanta más pidiendo que dando".

2 comentarios:

  1. Miguel, seguro que, como yo, llevas años pensando que eras un privilegiado. Comer todos los días, agua para las manos, poder leer, poner las palabras en orden una detrás de otra sin que chirríen, la esperanza de un mañana mejor, rodeados de gentes que viven, se divierten, trabajan. Sin tener que justificar el asesinato de un semejante en una guerra, creyendo entender lo que te pasa, lo que nos pasa.... Aguantando el chaparrón inclemente de las degracias inevitables...Pero nunca pensaste, pensé, vivir, que viviríamos, esta desolación. Esta feroz inclemencia de los que enloquecen, sólo con la idea de perder un penique, una micra de poder, una bagatela.

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