lunes, 10 de junio de 2013

Las cautivas de Lecrín

En el harén
Mientras que el guía nos recita en el Harén de la Alhambra un poema de Villaespesa, de 1907, en el que cuenta lo hábil que es con las manos, en menesteres amorosos, una cautiva del sultán, oriunda de Grecia, recuerdo lo que he leído sobre los harenes en la Web de la Alhambra y lo que dice de ellos la escritora marroquí Fátima Mernissi: que los harenes no son la sede del placer del hombre sino la residencia de una familia, bastante más compleja que la monogámica, donde conviven las cuatro mujeres del dueño de la casa, sus familias y sus criados. La cautiva de Villaespesa, por lo que dice en el poema, está contenta y se dedica a agradar a su señor, enamorada. Para los modernistas el modelo de harén no es el del turco Bayaceto, sino los prostíbulos franceses de principio del siglo pasado.  Porque un modernista que se precie, y tenga cuartos, ha de visitar París, al menos una vez en su vida. Y eso es lo que trasladan a sus poemas. Placer sin interrupción, venal y sin secuelas. Mernissi ha dejado claro en su libro “Sueños en el umbral” que en los harenes también hay que hacer la declaración de la renta y el puchero. Lo de los harenes se puso de moda en la literatura europea del siglo XIX y tiene que ver con el orientalismo de Lord Byron que estuvo una temporada en  Grecia, con el Colonialismo decimonónico y con los absurdos paseos de Napoleón por Egipto. Nuestro Pedro Antonio de Alarcón, en su libro La Alpujarra , con lord Byron en la cabeza, compara las naranjas del Valle de Lecrín con las cautivas sojuzgadas en un harén: “Perdonadme esta insistencia en comparar a las naranjas con las cautivas destinadas a extranjeros harenes”, escribe el accitano, “pero el símil es tan exacto y tan mío, que tengo empeño en que lo admitáis. Estudiad, si no, el ulterior destino de estas princesas del reino vegetal, de estas rústicas diosas de nuestra tierra, de estas hijas de nuestro sol... Encontrámoslas aquí apiladas de cualquier modo en plazas y calles: cómpranlas luego mercaderes de otros países; enciérranlas en lujosos estuches, envuelta cada cual en una finísima bata de papel de seda; condúcenlas por camino de hierro o en barco de vapor a Berlín, a Londres o a San Petersburgo, y allí véselas (¡qué horror!) empingorotadas, como en un trono, en áureos fruteros, entre caloríferos y perfumadas bujías, ostentar su hermosura en los triclinios de los bárbaros del Norte y regalar el gusto de tal o cual Sardanápalo aforrado en inultas pieles... de otros animales por su estilo”.  Yo las tengo en un cesto, pero cautivas también y son del Valle. 

4 comentarios:

  1. ¿Será el harén un rasgo de humor de la cultura esclavista con aroma de azahar?
    Gracias y saludos.

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  2. El harén es como todo, si tienes quién te lo administre, de puta madre, trasindependiente, pero como sea el harén de un pobre y tú tengas que llevar las cuentas y tener en la cabeza la analítica hospitalaria del montón de suegros y suegras, estás apañao. Gracias, amigo.

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  3. El "haram" significa en árabe «lo prohibido», y viene a ser lo mismo que nuestro «gineceo»= el espacio femenino, aquellas habitaciones, salones,baños, jardines, etc. en el que las mujeres han estado confinadas hasta la modernidad y la conquista del espacio público que las burguesías modernas han logrado para sí mismas. Este esquema se da igualmente en los núcleos urbanos árabes e islámicos.
    El harén concebido como burdel "a la oriental" es, efectivamente, un invento del colonialismo y del orientalismo como su expresión artística y cultural...

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  4. Maribel Lázaro, gracias por tu aportación a esta entrada. Un saludo cordial.

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