Conozco a Manuel Gracia desde los años 70. Los dos dábamos clase en el Instituto de Enseñanza Media de Montilla. Pertenecía Gracia a la, entonces, esquelética UGT y, no sé, si al esmirriado PSOE. Yo tuve el privilegio de ejercer de 'compañero de viaje' del poderoso PC montillano. Pocas cosas se hacían en Montilla en 1975 sin la presencia y participación del Partido y de CCOO: El precio de la uva, los problemas de la Salud, las actividades culturales, las bodegas, el teleclub. La noche de las primeras elecciones generales, nos asustamos un poco. Cuando se cerraron las urnas en la Comarca de Montilla, el PC contaba con el 42 % de los votos, más incluso, porcentualmente, que el PSUC. Menos mal que a la mañana siguiente, nos enteramos de que el PC sólo había obtenido el 10% de los votos en toda España. Con un 42 % de los votos, el golpe de Estado no hubiera esperado a 1981. Participé con Manuel Gracia, en aquellos años, en una huelga de enseñantes para que los interinos obtuviesen un puesto fijo en los Institutos. Duró mes y medio. UGT, o el PSOE, le pidieron a Gracia, que abandonara la huelga. Pero, el hoy Presidente del Parlamento Andaluz, tuvo u rasgo de valentía y de inteligencia política: les dijo a su compañeros que hasta que el responsable del PC de la comarca -los compañeros de la Campiña me habían elegido a mí para ese puesto- no se saliera de la huelga, él no se salía. De haberlo hecho, sabía que en Montilla, no le prestaría nadie la más mínima atención. Ahora lo veo torpe y autista, como muchos políticos, y no porque aceptara recibir, junto con parlamentarios del PP y de IU (la heredera del imponente Partido Comunista de la Transición) un sobresueldo, en su caso de 400 euros al mes, para transporte. Sino por la manera en que ha llamado al coche oficial: con unas siglas, un “A-6”. El juez Gómez Bérmudez, al hablar el otro día de su compañero en "La Casa" (que es como llaman a la Audiencia Nacional los habituales) le llamó "Fernando", Felipe llamaban, confianzudos, los compañeros del PSOE a González, Alfonso, a Guerra. Pepín, a José Bueno. El monarca habla a todo el mundo de tú. No sé si esto es la jaula de hierro de la que hablaba Weber, o la urna de cristal, o la campana impenetrable de los funcionarios. Ellos tienen, como los niños, un lenguaje para que no nos enteremos, o para que, si nos enteramos, sepamos que nosotros no pertenecemos a la casta sagrada de los que mandan, de los que no van en coche oficial, o en un Audi, van en un “A-6”. Menos mal que los que estamos fuera, y que no estamos tan familiarizados como Gracia con los coches oficiales, cada vez que los vemos los ponemos a parir. Ellos se dan cuenta y nos odian.
viernes, 7 de junio de 2013
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