Odalisca de Matisse (museo de Baltimore)
La telenovela El Clon, de TV1, transcurre entre Miami, mi amol, y un harén de la ciudad de Fez. Los que, pese a mirar mal al mundo árabe, siempre han mirado con envidia la higiénica promiscuidad de los baños turcos y la plétora de mujeres revoloteando alrededor de jefe de la familia,estarán algo decepcionados. El harén no es ni mucho menos la sede del placer sostenible. Eso sería en la corte de Solimán al que la contabilidad y la disciplina doméstica se la llevaban otros. Los harenes son unos habitáculos muy poblados, con muchos problemas de infraestructura, obligados a declarar a hacienda, en los que el patriarca tiene que estar todo el día recitando el Corán e intentando controlar el carácter extrovertido de sus mujeres que, en cuanto se descuida, se van a la Medina o a Miami a pasear, y aguantando a algún familiar integrista, muy anciano, que se pasa todo el día diciéndote lo que está bien y lo que está mal. Por desgracia, el patriarcado no asegura la felicidad ni el buen carácter. Los patriarcas de El Clon aparecen siempre muy cabreados. Intentando aplicar, sobre el tumulto de la vida, la rejilla inservible de lo que nos gustaría que la vida fuese. La gente está muy confundida con lo que es un harén. Se han creído que un harén es lo que les contaron los poetas modernistas. Pero los poetas nunca han tenido mucho dinero y a lo más que alcanzaban, en sus desplazamientos, era a darse una vuelta por el París de finales del XIX. Allí, giraban visita al Moulin Rouge y a alguna casa de placer sostenido y luego, en Sevilla o en Madrid, los poetas en sus versos maquillaban a las proletarias del amor como odaliscas turcas. Pero un harén, lo que es un harén de verdad, resulta un coñazo. En este blog se apuesta por el matriarcado. Dónde va a parar.
Yo también apuesto por el matriarcado, vive dios! Los hombres son seres muy simples: cuatro instintos, un par de ideas y un único impulso vital, centrado en una sexualidad machista y pobre, coitocentrista y genital (¿lo he dicho bien?) pero es que, además de estas razones, de por si suficientes para desear ser gobernados por una especie claramente diferenciada y superior genéticamente, es que yo, como Fromm, le tengo miedo a la libertad y, claro, saberme libre de tomar cualquier decisión, por pequeña que esta fuere, durante el resto de mi vida es una tentación irresistible. Si, quiero pasar automáticamente de la dictadura patriarcal a la dominación matriarcal y, a ser posible, sin perder en el camino el gran avance de la revolución sexual... Porfa, sigamos magreándonos -y hasta copulando de cuando en vez- aunque seamos nosotros el sexo débil a partir de hoy. La entrada, querido Pablo, de las que alegran la mañana, gracias.
ResponderEliminarPor los años 80, en el Instituto Padre Suárez de Granada, el Clerical Team desactivaba los debates sexuales en las aulas argumentando que este asunto era muy complejo. Un avance, ya no era pecado sólo complicado. La verdad es que llevaban razón, Corleone, al leer tu entrada y toda la rica terminología referida a la telúrica disposición de los machos a ingresos constantes en las hembras de la especie, venga a cuento o no, constato lo intrincado del tema. Un saludo muy cariñoso, amigo.
ResponderEliminarY yo que pensaba que te gusta hacer tu voluntad y no la de otras.
ResponderEliminarUn saludo.
María, hay un tiempo de hacer lo que a uno le viene en gana y otro para hacer lo que le viene en gana a otras personas. El Eclesiastés lo propone y en este blog se está mucho por seguir los consejos de buenos y testados libros. Un saludo afectuoso.
ResponderEliminar