Detalle de la "Piedad"
En la mañana del 20 de Julio de 2010, el diario IDEAL de Granada informaba de que Lorca, según Luis Rosales, “fue partidario de una dictadura militar”. Por la tarde, ante las tapias del cementerio de San José, donde fueron fusilados miles de granadinos, una mujer leyó la carta que uno de los asesinados escribió a su familia poco antes de morir. En ella, un ferviente cristiano, rogaba a su gente que perdonasen a los que lo iban a matar y que vivieran sin odio, que apagaran los deseos de venganza. Expresaba también su esperanza de reunirse con ellos en el Cielo. Ambos podrían haber sido abatidos por fuego amigo. ¿Los mataron sus propios correligionarios? ¿Qué guerra fue aquella? ¿Es que había ganas de matar? ¿Es que cada cierto tiempo no hay más remedio que matar por matar? ¿Cualquier excusa sirve para matar? ¿Cómo han asimilado este horror los ejecutores directos, los que no sacaron beneficio mayor de las muertes que produjeron, los que se mancharon las manos con la sangre de los cadáveres?
¿Cómo han podido vivir durante estos años? Porque el olvido barrió, en primer lugar, los perfiles de los motivos que les llevaron a apretar el gatillo y cada vez les fueron pareciendo más insignificantes. A los que ocuparon los sitios que arrebataron a los asesinado, en los ayuntamientos, en la Universidad, en las escuelas, en el tajo, en la consideración y el aprecio de sus vecinos, la dulce regalía les anestesió el remordimiento, pero, ¿y los que mataron por nada?, ¿y los que no obtuvieron nada por matar? , ¿y los que siguieron en su miseria, sin el más mínimo reconocimiento, apechugando con el crimen del que, en la mayoría de los casos, sólo fueron meros instrumentos?, ¿esos que se encontraban diariamente con las madres, los hermanos de los asesinados por la calle, esos que olvidaron todo menos las caras de incomprensión y horror de los que recibían sus balas? Esos son los que han impregnado a la ciudad de un cierto tono de desesperanza impenetrable. No hay tópico más deleznable que el de la malafollá granadina, como algo que los naturales de la ciudad llevaran en sus genes. Esa tristeza suspicaz y altanera, ese resentimiento del que se sabe mal pagado, la sospecha y la reserva que algunos granadinos practican con todo y con todos, no tiene nada que ver con los genes, es uno de los efectos indeseables de aquel fuego amigo/enemigo que acabó con lo mejor de la ciudad para que emergiesen las medianías que ni siquiera eran fascistas, simplemente eran uno criminales aprovechados. Por eso cuesta tanto quitar una estatua de José Antonio de una plaza de Granada o mantener las humildes placas conmemorativas del horror en las tapias del cementerio. Por eso es tan fácil erigir una “Piedad” dentro del Cementerio y obligar, impíamente, a que el recuerdo de los fusilados se desvanezca ,como un signo más de su Derrota, dónde y cómo quieren los que todavía se consideran hijos de la Victoria.
¿Cómo han podido vivir durante estos años? Porque el olvido barrió, en primer lugar, los perfiles de los motivos que les llevaron a apretar el gatillo y cada vez les fueron pareciendo más insignificantes. A los que ocuparon los sitios que arrebataron a los asesinado, en los ayuntamientos, en la Universidad, en las escuelas, en el tajo, en la consideración y el aprecio de sus vecinos, la dulce regalía les anestesió el remordimiento, pero, ¿y los que mataron por nada?, ¿y los que no obtuvieron nada por matar? , ¿y los que siguieron en su miseria, sin el más mínimo reconocimiento, apechugando con el crimen del que, en la mayoría de los casos, sólo fueron meros instrumentos?, ¿esos que se encontraban diariamente con las madres, los hermanos de los asesinados por la calle, esos que olvidaron todo menos las caras de incomprensión y horror de los que recibían sus balas? Esos son los que han impregnado a la ciudad de un cierto tono de desesperanza impenetrable. No hay tópico más deleznable que el de la malafollá granadina, como algo que los naturales de la ciudad llevaran en sus genes. Esa tristeza suspicaz y altanera, ese resentimiento del que se sabe mal pagado, la sospecha y la reserva que algunos granadinos practican con todo y con todos, no tiene nada que ver con los genes, es uno de los efectos indeseables de aquel fuego amigo/enemigo que acabó con lo mejor de la ciudad para que emergiesen las medianías que ni siquiera eran fascistas, simplemente eran uno criminales aprovechados. Por eso cuesta tanto quitar una estatua de José Antonio de una plaza de Granada o mantener las humildes placas conmemorativas del horror en las tapias del cementerio. Por eso es tan fácil erigir una “Piedad” dentro del Cementerio y obligar, impíamente, a que el recuerdo de los fusilados se desvanezca ,como un signo más de su Derrota, dónde y cómo quieren los que todavía se consideran hijos de la Victoria.
Ayer recibí un correo de esos de “cadena” en el cual se reprochaba a los españoles que no estemos violentamente en la calle como en otros países.
ResponderEliminarNos llamaba idiotas, o idiotizados.
Hay algo en la violencia esa que reclamaba el escrito a modo de reacción ante todo lo que nos rodea que no me gusta y es que hay víctimas y tarde o temprano hay muertos y matadores.
Y detrás queda todo eso, que tu, Pablo, atribuyes a esa guerra, y esas preguntas que afirman verdades. Muertos por el fuego amigo, muertos por el vecino… por el hermano.
Muertos por necesidad de matar.
Quizás, la real y existente “malafollá” Granaina tenga algo que ver pero ése estigma de las víctimas y sus victimarios sobrevivientes se ha dado en toda la península, no han sido solo los granadinos, por lo que es difícil poder achacar al agrio carácter de este pueblo, ese rencor disfrazado, esa conjunción de sentimientos que hace la “malafollá”.
Aquí, donde vivo, al otro lado de la montaña, la misma tierra, el mismo carácter, se ha enterrado a las víctimas y se conoce a algunos de los verdugos…
Quizás haya que aprender a disfrutar la belleza, a buscarla y encontrarla, más allá de la superficialidad de las palabras…
En una ocasión, una madre, me hablaba de su hijastra adolescente, y me dijo: “Yo solo quiero que sufra lo mismo que he sufrido yo”
La hijastra al poco tiempo se fue a vivir lejos, a un pueblo de la costa…
Y yo solo espero que ella, al contrarío que su madrastra, desee enseñar a su hija a gozar y ser capaz de ver la grandeza de la vida hasta en un grano de arena.
¿Qué era eso sino la quintaesencia de la malafollá?
Y malafollá es que alguien pretenda que arreglemos algo con la violencia de nuevo.
Y malafollá es pretender hacer olvidar a aquellos sin ponernos en su lugar, sin sufrir por ellos, victimas y verdugos, y sin ser capaces de hacer todo lo posible por dejar sentir en nosotros mismos que no queremos ser nunca más ni ejecutores ni ejecutados.
Ana María, Stéphane Hessel, un diplomático francés de 93 años ha escrito un pequeño alegato de 32 páginas en el que solicita a la juventud francesa que se movilice ante la grave crisis económica y ante un actual modelo económico agotado y que está mostrando sus incoherencias.
ResponderEliminarEl panfleto "Indignez-Vou" narra en la primera parte la historia de este hombre que luchó contra el régimen nazi y que fue uno de los redactores de la carta de los derechos humanos. Con la autoritas que da predicar con el ejemplo, su librito está siendo un éxito editorial en Francia. Pronto se traducirá al español.
Es curioso observar como en España la juventud en general y la universitaria en particular se muestra muy poco indignada (al menos no lo manifiesta) con el actual estado de cosas.
Ver:http://superarlacrisis.net/comunidad/superarlacrisis/recurso/Stephane-Hessel--Indignezvous/6c7cd91b-f9be-4bb6-93f5-779026cb481f
Hay dos momentos en España que, para mi, son para recordar, uno la movilización masiva intentando salvar la vida, una sola vida, la de Miguel Ángel Blanco, un país volcado en intentar evitar una ejecución y las manifestaciones contra la participación en la guerra de Iraq.
ResponderEliminarAmbos fueron momentos intensos de manifestación ciudadana por el cambio, no había mas que acción pro vida.
Quizás hoy no encontremos aún los motivos, quizás si, pero nos sintamos inútiles, pero lo que a mi no me cabe duda es que la revolución de hoy no debería ser violenta.
El otro día escuchaba los discursos del ejecutado presidente de la Generalitat, Lluis Companys, y sus tremendas palabras encendidas en contra de los enemigos españoles en esa guerra fratricida y no veo diferencias.
Era tremendo escuchar esas palabras inflamadas de odio contra el enemigo...
Tarde o temprano la violencia engendra violencia.
Claro que el modelo social necesita un cambio,pero ¿Cómo? ¿Cómo llegamos hasta él?
¿Cómo siempre hemos llegado?
¿Y si descartamos la violencia?
Ana María, esas son la preguntas que se hace Stephane-Hessel en su obra "Indignez-vous" publicada en Francia en el verano de 2010 y que podrás encontrar fácilmente en la red. Ha tenido un éxito grande, principalmente entre los jóvenes. Él no está por la violencia. Un saludo cordial y gracias.
ResponderEliminarSi, ya lo he leído, gracias por remitirme, realmente indignación suena a priori peligroso, aunque todos andemos indignados mas o menos.
ResponderEliminarYo creo que los jóvenes también lo están pero es posible que tampoco sepan qué hacer.
Los hippies hicieron su revolución pacífica y supongo que gracias a ella algo evolucionó en la sociedad. Pero, hoy, lo que me pregunto es ¿Qué hacemos? Y mas importante, para mi, aún ¿Podemos hacer algo desde la individualidad que sea realmente efectivo? ¿Hay acciones personales que podamos hacer para ayudar a cambiar el modelo? Hemos llegado a donde estamos formando parte del éxito o fracaso social, no podemos pensar que podemos señalar culpables totalmente ajenos a nosotros mismos, algo de responsabilidad tenemos todos. Es evidente que hay comportamientos extremadamente ambiciosos en demasiadas personas con poder, pero... ¿y nosotros los individuos de a pie?
¿Podemos pensar que todo esto es realmente ajeno a nuestros actos, a nuestra ética o comportamiento social?
Muy interesante tu articulo Pablo, estoy muy de acuerdo con tigo, y ahora que veo tus fotos de la estatua de marras, tengo que decir que me recuerda mucho a las esculturas de enjendros biomecanicos del escultor loco HR Giger....que horror!!!!
ResponderEliminarEso si la obra de Giger es pagana, no comparable, piamente hablando, a la piedad de Carretero:
http://melancolicocatrin.net/pictures/giger/giger.021.jpg
El escultor admite que la escultura es fea y lo achaca a que el tema es terrible, según eso la Iliada, que trata de una Guerra, debería de ser horrorosa y el rapto, y la más que probable violación, de Dafne por Apolo, jamás debería de haberse esculpido como lo hizo Bernini. Hay justificaciones para todo y conexiones, como la de Carretero/Giger geniales. Un saludo cordial, Gran Junior.
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