NI aun estando loco, o siendo un ególatra intratable, o feo de solemnidad, estás a salvo de que alguna mujer se fije en ti. El sociólogo Max Weber no anduvo siempre bien de la cabeza pero Marianne, su esposa, encontró motivos de sobra para permanecer a su lado e, incluso, para editar sus Obras cuando murió. A Juan Ramón Jiménez no había quién lo aguantara y sin embargo Zenobia Camprubí no vio en su egolatría motivo para la separación o el abandono. Sartre era bastante feo, pero Simone de Beauvoir disfrutaba mucho paseando con él por Montparnasse. "A mí Rubalcaba me pone", confesaba hace meses Pepa Fernández en Radio Nacional. Sin cortarse un pelo y sin temor a ser tildada de acosadora de ministros. Por lo visto hay más chicas a las que Rubalcaba las pone. Parece ser que Maribel Verdú ha dicho algo parecido. Precisamente, cuando Rubalcaba era ministro de Educación comenzó a difundirse la receta pedagógica conocida como "educar en valores", germen de la actual asignatura Educación para la Ciudadanía.
Pero, de siempre, muchas mujeres en sus casas han sido "educadas en un valor" que ha resultado provechoso para el patriarcado y para la supervivencia de nuestra especie. Consiste en que, de vez en cuando, alguna hembra "de buenas partes", ha de sacrificarse y aceptar apareamientos con machos más bien feos, para no desactivar a los disformes permanentemente para la procreación, hundiéndolos en un onanismo solipsista, y con el fin de tenerlos en la reserva por si la parada con los más vistosos fracasara, al ser éstos como son. Hay quien llama a esta compasiva herramienta el "bono de Venus". Josto Maffeo, colaborador de Pepa en Hoy no es un día cualquiera, pese a ser un hombre culto y a haber estudiado arte, ha sido educado para contestar que no entiende de hombres, cuando se le pregunta, como hizo la locutora, por el atractivo del entonces ministro. Rubalcaba no es guapo, y esto salta a la vista, aunque uno no sea perito en hombres. Pero posee tres valores preciosos, el primero, el poder, el segundo, la inteligencia, y esto siempre es una garantía para la "inversión parental", o sea, para la cría de la prole, y el tercero, la fealdad, por eso es elegido por mujeres hermosas como posible beneficiario de un "bono de Venus".
Si además no rehúsa aparearse frecuentemente con "fembras plaçenteras", como diría el Arcipreste, puedo coincidir con Pepa Fernández en que este hombre es irresistible. Como logre canjear, en las Generales, esos bonos por votos, nuestra flácida Democracia -ya enhiesta- disfrutaría del primer presidente afrodisiaco de su historia.
miércoles, 13 de julio de 2011
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Estimado maestro y amigo: Aunque yo haya sido también educado en el no entender de la belleza de los hombres, estoy contigo en que Rubalcaba guapo, lo que viene siendo guapo, no lo es. Esto abre un debate amplio, que tú, inteligentemente y en previsión de censuras post scriptum, has evitado, sobre lo que antaño se conocía por la "erótica del poder" y hogaño simplemente no existe, porque no está en facebook ni es útil para enviar un sms. Y esto me hace repensar la segunda parte de tu escrito ¿los bonos de Venus son también de sesgo capitalista? Quiero decir ¿tendrá el mismo número de bonos a lo largo de su existencia un Rubalcaba que un vecino del Zaidín, pongamos por caso autónomo de poco éxito o un vendedor ambulante, igualmente feos que El Candidato? En cualquier caso y aún siendo muchas las enseñanzas que tu comentario aporta, todo este rodeo lo estoy dando para preguntarte lo que verdaderamente ha encendido la vela de mi alarma existencial ¿en qué momento se cruza la delgada linea entre el onanismo a secas -valga la paradoja- y el solipsismo? Lo he buscado en el DRAE, pero no le han dedicado mucho esfuerzo a esa voz. En la enciclopedia de EL PAIS es peor aún porque no me resuelve la duda y, encima, me crea otra (¿qué coño es "postura gnoseológica") y en la wikipedia... está claro que el anónimo autor estaba más entregado a la hora de escibir la entrada al onanismo que a la explicación del solipsismo de marras (ojo, si esto no fuera un sitio serio diría "de los cojones", en lugar de marras Porque ¿qué son las marras?). En fin, que en esas estamos, esta calurosa tarde de sofá y onanismo que ya tengo en el recuerdo. Un abrazo. Salud y República (y 15M)!
ResponderEliminarQuerido Corleone, lo del solipsimo lo aprendí de Manolíco, el aparcero de mi abuela, un hombre inteligente y sabio. Guapo, también. El me enseñó el refrán "El buey solo, bien se lame". Solo consigo mismo, el buey se lame bien. Nunca comprobé si la lengua del buey le daba, o alcanzaba para el onanismo, aunque siempre interpreté esos lamidos como caricias solipsistas de autoayuda. Luego tuve que aproximarme a la postura gnoseológica de Sartre y su rechazo de que el existencialismo fuese básicamente solipsista. De hecho Sartre, aun siendo feo, recurría poco al onanismo. Ya se encargó de denunciarlo públicamente la permisiva de Simone de Beauvoir, que en "La ceremonia del adiós" nos cuenta que, hasta sus últimos días, Sartre prefería a sus alumnas para los juegos en detrimento de sus cansadas manos. De todas maneras, he de decir que no tengo por qué tomarme en serio al Rubalcaba, por muy bestia que sea y por mucho que ponga a las bellas.
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