En 1928, en Segovia, le cayó encima a don Antonio Pilar de Valderrama, la musa de la madurez machadiana, la mujer casada que delicadamente el poeta esconde bajo el seudónimo de Guiomar. Esta señora fue muy ordinaria con el poeta. Tampoco supo quererlo. O no quiso. De poco sirven las confesiones que Pilar hace en su libro, aparecido en el año 1981, bajo el título “Sí, soy Guiomar”. Bueno, de algo sí sirven: aclaran que doña Pilar se había oído todas las canciones de Antonio Machín, el ideólogo de los enriquecidos con el estraperlo y con el mercado negro que sucedió a la guerra civil. Confiesa la Valderrama en su libro: “Yo le di todo lo que entonces podía darle. ¡Si volviera a vivirlo otra vez! ¡Saltaría barreras, rompería con todo, me agarraría con uñas y dientes a nuestra felicidad...! Antonio y Guiomar... Nada puede evitar que, por las tardes, yo vuelva sobre mis recuerdos. Y los acaricie. Y reviva nuestro amor. Es, con mis hijos, lo mejor que me ha dado la vida.” Mentira podrida. La lectura cuidadosa de "Si, soy Guiomar" —interesante sobre todo por la colección de 36 cartas de Machado a Pilar de Valderrama que contiene— aclara como Guiomar fue asignada a don Antonio más por el interés que por el sentimiento. No hay duda: Pilar buscaba más un valedor literario que un amante. Los amigos segovianos del poeta (contertulios, compañeros de pensión y profesores del Instituto) han contado durante mucho tiempo a todo aquel que ha querido escucharlos que la Valderrama, que había llegado a la ciudad para cuidar el desequilibrio nervioso que le había producido enterarse de la infidelidad de su marido, acude a Machado con el fin de pedirle una carta de recomendación para don Miguel de Unamuno que por esas fechas estrenaba en Madrid una de sus obras teatrales. Guiomar intentaba, también, poner en escena un drama. Cuando se encuentra delante de Machado, la Valderrama comprende de inmediato que el poeta sevillano podía servirle para sus planes literarios tanto o más que Unamuno. Y se dijo: “ya está en el saco, aquí tengo un esclavo”. La Valderrama era muy aparente y, también, bastante más joven que el poeta. Don Antonio se impresionó. Estaba muy faltico de cariño. Se iba arreglando, desde la muerte de Leonor, con el pacto antiguo con Onán y con el amor alquilado. Vio el cielo abierto. Cumplió como un caballero e hizo todo lo que Pilar esperaba de él. Escribió reseñas sobre los poemarios de Pilar en los periódicos, habló con los directores y productores teatrales de la época. Hasta se pasaba por las librerías a preguntarle a los libreros por qué no tenían puesto en el escaparate el libro “Esencias” (1930), de doña Pilar. A cambio no recibió casi nada. Citas en cafés escondidos, algún paseo, un roce, un pellizco, miradas: una miseria. Lo dice Jorge Guillén en el prólogo de “Si, soy Guiomar”: "En este punto no hay duda, afecto frente a enamoramiento que no llegaría a la consumación".
domingo, 28 de febrero de 2010
Guiomar, la flecha envenenada de Cupido
viernes, 26 de febrero de 2010
"El diario de Patricia" de Antonio Machado
Antonio y Leonor de J. Durán López
El fragmento que ofrecemos, pertenece a una columna de opinión rancia. El autor la tituló "Machado, el malquerido". Para no despertar la voracidad de la SGAE, le hemos cambiado el título.
martes, 23 de febrero de 2010
Amigo invisible, enemigo visible
Una chaqueta para dar mítines, un mechero para encender los cigarrillos Fetén de la Transición.
La Pasionaria en la etiqueta del vino de Montilla. Pero, ¿a que no saben ustedes para qué sirve el objeto de la fotografía? Yo tampoco. Me tocó en el último amigo imposible. Me está volviendo loco.
Arcano
martes, 16 de febrero de 2010
Discriminación (muy) negativa
Cliquee en la imagen para ver la lista
En una ocasión, una amiga pidió a Pánfilo –nuestro jubilado disruptivo- que le presentara una novela que acababa de publicar. El hombre se pasó los 20 minutos de su intervención exponiendo los que él creía rasgos claramente femeninos de la narración. Cuando acabó, Pánfilo estaba contento, creía haber prestado un gran servicio a la dama escritora. Pero ella no necesitaba un Quijote que la clavara con su lanza en la condición de escritora. Ella quería ser autor, escritor. No escritora ni autora. Se enfadó un poco con Pánfilo. Él aprendió bastante con aquello y terminó dándole la razón a su amiga. Pero hasta que no leyó Sueños en el umbral, de Fátima Mernissi, no entendió del todo el problema. La escritora marroquí, heredera del inteligentísimo y realista feminismo egipcio y turco, propone en su obra algo, aparentemente, tibio, pero tremendamente revolucionario en el fondo: el primer paso de la liberación de la mujer consiste en meterse en la piel del hombre, en ocuparla del todo. Ser escritor plenamente, antes que escritora, ciudadano con todos los derechos, antes que ciudadana, obrero, antes que obrera. Mernissi cuenta cómo los nacionalistas marroquíes, hacia 1956, aceptaron que sus hijas fueran a la escuela vestidas con la cómoda y ligera chilaba masculina y que abandonaran el jaique, pesadísimo manto de algodón de 7 metros de longitud que convertía en un suplicio el desplazarse 4 veces al día al centro escolar. Esto fue un paso importante.
Pánfila, que conoce las cavilaciones del hombre con el que le gustaría compartir para siempre una casita con vistas en las redes sociales, alertó hace unos meses a su amigo de que iban a tener lugar en Granada, en diciembre de 2009, treinta años después de la celebración de las primeras en la misma ciudad, las Jornadas Feministas Estatales. Pánfilo corrió a apuntarse para ver cómo les sentaba el conquistado traje masculino a las participantes. Pero se le dijo que no se admitían hombres. Luego los periodistas que cubrían, sin facilidades, el acontecimiento le informaron de que en las primeras Jornadas, en 1979, los compañeros de viaje, amigos y maridos de las participantes, sólo pudieron asomarse a la guardería, pero tampoco fueron invitados a los debates. Las parejas lesbianas fueron admitidas sin discusión. Nuestro jubilado disruptivo, desolado, pensó que en 30 años las organizadoras de estas reuniones, descartado desde el principio el traje del varón para deambular por la vida pública, no han sido capaces de diseñar aún su propio traje y quieren unos años más para seguir cosiéndolo en secreto. Pánfila, seductora en la red, reconoció paladinamente en una entrada de su muro de Facebook que hay cosas que, desgraciadamente, siguen siendo sólo para mujeres: llevar de casa en casa la capillita de la Virgen Milagrosa y encerrarse a cal y canto en las tradicionales Jornadas Feministas del Estado Español. No hay nada más que repasar las listas de participantes en las dos frivolidades.
viernes, 12 de febrero de 2010
Las arrugas no son del alma
Paco Pomet, El techo del cielo.
Cuando las almas se sueltan, tocan el techo del cielo
(De autor desconocido)
Nadie negará a los griegos su contribución al nacimiento de la idea de “alma” ni a los libros el haber ayudado a su transmisión y cultivo. Su expansión se vio favorecida asimismo porque los maestros y profesores, que iban envejeciendo frente a alumnos siempre jóvenes, aprovecharan la idea del alma para persuadir a los adolescentes – ¡tan hermosos!- de que la parte del ser humano que menos sufre el ataque del tiempo y que puede seguir cultivándose y embelleciéndose más allá de la decrepitud y de la vejez, es la parte de uno que no se ve: el alma. E incluso, en el ámbito de la educación pederástica griega, algún mal pensado podría imaginar a los viejos filósofos (los erastas), en afectuoso diálogo con sus alumnos (los erómenos), como el que mantienen Sócrates y el joven Fedro (al que el filósofo llama “amor mío”), postulando la superioridad de la belleza del alma sobre la del cuerpo, amparados en la afirmación platónica de que “es más bello amar a las claras a los más nobles y mejores, aunque sean más feos que otros”.A las mujeres, cuando se les concedió, también les vino bien tener alma: atrapadas en frecuentísimos embarazos, prematuramente envejecidas, invisibles para la mirada del macho irresponsable, cultivadoras compulsivas del lenguaje, recibieron con agrado un hallazgo, que les permitía seguir construyéndose hermosas y deseables, en su interior, gracias a la palabra. Y a los hombres feos, con derecho a alma, también les reportó ventajas. Cervantes pone en boca de Don Quijote el tópico platónico: “que hay dos maneras de hermosura: una del alma y otra del cuerpo; la del alma campea y se muestra en el entendimiento, en la honestidad, en el buen proceder, en la liberalidad y en la buena crianza, y todas estas partes caben y pueden estar en un hombre feo; y cuando se pone la mira en esta hermosura, y no en el cuerpo, suele nacer el amor con ímpetu y con ventajas: yo Sancho, bien veo que no soy hermoso; pero también conozco que no soy disforme; y bástale a un hombre de bien no ser monstruo para ser bien querido, como tenga los dotes del alma que te he dicho”.
2400 años después encontramos la idea intacta en un relato inglés. George Eliot, seudónimo de la narradora Mary Ann Evans,la repite en su novela Middlemarch de 1872: "Es que es muy triste, Celia",le dice la protagonista Dorothea a su hermana, a propósito de la fealdad de un pretendiente, "que consideres a los seres humanos como si fueran meros animales acicalados y nunca veas en el rostro de un hombre que tiene el alma bella". Obligadas, muchas mujeres, a casarse con hombres feos, aceptaron como consuelo, que la belleza del alma es de más calidad que la del cuerpo. Y con los agravios de la edad, un feo no se distingue mucho de un guapo, y, seguramentem, es mucho más manejero. Hoy esto no se lleva. También es verdad que el comer tres veces al día y la penicilina han desterrado, de entre nosotros, a los feos, feos.
miércoles, 10 de febrero de 2010
Bajarse libros es peligroso
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Frutos prohibidos
Las niñas del dibujo del pintor francés del siglo XIX Auguste Toulmouche, poco precavidas, pese a tener centinela, han dejado caer algunos libros, posiblemente carentes de interés científico y profundidad filosófica, que las delatarán si se personan las instituciones de improviso... Como cuando te dejas un calcetín debajo de la cama de tu amante. Bajarse libros es bastante peligroso.
lunes, 8 de febrero de 2010
María Magdalena, pomada y libro
¿Libro?, ¿pomada?
Libro notable: “Las mujeres, que leen, son peligrosas”. En él me he topado con esta Magdalena lectora. Parece que lo hace de soslayo, pero no, ella se atiene al papel que le concedió San Lucas en el "Episodio Jesús": servir de lenitivo al cansancio del Mesías, en casa del fariseo (dejamos las posibles interpretaciones erótico-sentimentales para Saramago). Por eso no aparta la vista, del todo, del tarro con el bálsamo con el que “masajeará” los pies del Hijo de Dios. Pero, y eso es lo peligroso, ya no está concentrada, totalmente, en su labor asistencial, reparte su atención entre la pomada y la lectura. El cuadro es del siglo XVI, pertenece al Maestro de Segovia, Abrosius Benson, que como su propio nombre indica, no nació en Segovia, donde sí hay muchos cuadros suyos, sino en el norte de Italia, en 1495.Antes Benson había pintado a Magdalena, sin libro y con el frasco en la mano. En las cortes renacentistas europeas, y en los ambientes burgueses del cuatrocientos, aparecen cada vez más mujeres leyendo u oyendo leer, y eso es a lo que atendió posiblemente Beson. El autor del libro al que nos referimos, Stefan Bolmann, piensa que "a los ojos de de sus espectadores contemporáneos esta bonita y joven mujer, que contempla con recogimiento las páginas de su libro encuadernado en terciopelo rojo, era el equivalente alegórico de una promesa de matrimonio". Posiblemente, pero, también, una metáfora del enfrentamiento renacentista entre la tradición bíblica, por eso el frasco de ungüento, y el nuevo horizonte laico, de ahí el libro.
viernes, 5 de febrero de 2010
Ancianos solitarios venidos a menos
Currículo
La señora Ministra de Sanidad y Política Social ha autorizado la inscripción de la "Fundación Marquesa de Balboa Ancianos Solitarios Venidos a Menos" (A.S.V.A.M.), en el Registro de Fundaciones de su Ministerio (BOE del 25 de Enero de 2010, ver).
Los fines de la Fundación son «atender y cuidar a pobres vergonzantes y ancianos solitarios venidos a menos, que vivan solos o en condiciones precarias, con su familia o con personas a quienes también estorban, o en residencias que tienen deficientes condiciones de higiene y en donde, además les traten mal, atendiendo primero a las mujeres, y preferentemente a las que tuvieron una buena posición, con preferencia a las personas de la condición social que tuvo la extinta Excma. Sra. Marquesa de Balboa, que necesitan ayuda y no se atreven a solicitarla o no lo consiguen».La respetable cantidad de 601.012,10 € aportados por la fundadora y depositados en una entidad bancaria a nombre de la Fundación se nos antoja insuficiente, porque, que se sepa, no se ha dado todavía el caso de un anciano que haya ido a más. Previendo la avalancha, la señora marquesa de Balboa prefiere que se atienda primero a mujeres de su misma condición social que necesitan ayuda y no se atreven a solicitarla o no lo consiguen. Parece que los euros están destinados a marquesas pobres. Quizá llegue.
jueves, 4 de febrero de 2010
Amor en el lugar del excremento
Juan Ramón Jiménez, al final de su vida, en su poema Espacio, escribe: Amor, amor, amor (lo cantó Yeats) «amor en el lugar del escremento». Los seres humanos, hijos de un dios ironista que con sus manitas de alfarero moldeó sexo y cloaca tan próximos, caemos en su broma y juntamos libros, bragas, poemas y lejías.
Edición de autor
Pero hay que descartar el prejuicio de que los vendedores de bragas no tienen estudios. Por la foto, lo que desde luego no tiene este comerciante es buen gusto o es un fanático del kitsch . Pese a todo, estoy convencido de que él ha escrito el libro que regala. El autor y el dueño de la mercería pueden ser la misma persona. Parece una edición de autor, posiblemente se trate de un delicado manojo de versos o de un opúsculo de algún erudito local, asuntos ambos que no venden. Nada que ver con Las cincuenta sombras de Grey.
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