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Los editores de la revista que publicó este dibujo de una chica "pin-up", en los años 40, eran conscientes de que la imagen podría muy bien utilizarse en cualquier campaña de estimulación lectora o ilustrar un ensayo sobre el viejo debate naturaleza
versus cultura. El Sindicato de Bibliotecarias de Wichita pensó utilizarlo, en el año 1943, para su campaña de prevención de riesgos laborales. Al final no pudo ser porque la propuesta de que las "pin-ups" bibliotecarias trabajasen con pantalones fue considerada políticamente incorrecta.
Frutos prohibidos
Las niñas del dibujo del pintor francés del siglo XIX Auguste Toulmouche, poco precavidas, pese a tener centinela, han dejado caer algunos libros, posiblemente carentes de interés científico y profundidad filosófica, que las delatarán si se personan las instituciones de improviso... Como cuando te dejas un calcetín debajo de la cama de tu amante. Bajarse libros es bastante peligroso.
Yo llevo 7 días intentando bajarme libros y no lo consigo. A ver si va a ser de que los gorrinos me se han comido el modems?
ResponderEliminarFernando, ¿has revisado las escaleras?
ResponderEliminarEs que a la primera señorita que se aproxima a los libros, lo hace en "modo descocado" y claro, tiene sus efectos.....Adolece de falta de talante. No son formas éstas¡¡¡¡¡
ResponderEliminarMientras que el grupo de señoritas de la segunda imagen, se revelan contra su estatus de "tiernas niñas perpetuas, cuya pureza virginal hay que preservar", precipitándose hacia los libros, con gula, arrojo, escalera sólida y buenos miriñaques. ¡ Eso sí es talante ¡
Bajarse libros es casi tan peligroso como subirse la falda. Siempre dejas huella, digital en la red, o indeleble en el corazón de algún ser ávido de curvas...
ResponderEliminarEl dilema "Cultura vs. Naturaleza" se habrá resuelto a favor de la primera, cuando, de forma instintiva, el que espera los libros que baja la chica se fije más en los lomos de aquellos que en los de ésta.
ResponderEliminarAdriana, a lo mejor a nuestras adolescentes, las de la píldora del polvo del día de antes y las de la píldora del día de después, habría que racionarles los polvos y los libros: frutos prohibidos. Y entonces disfrutarían más de unos y otros. Porque "Sólo de lo negado canta el hombre (y las ninfas), sólo de lo perdido"
ResponderEliminarOstias, he tenido que llegar al comentario nº cinco para volver a fijarme en la primera imagen y descubrir que había lomos...también de libros. Qué cosas, eh?
ResponderEliminarHay hombres que les apetece hacerlo un día y son buenos. Hay otros que no paran en un año y son mejores. Hay quienes aguantan haciéndolo muchos años y son muy buenos. Pero hay los que no cejan en toda la vida: esos son los imprescindibles (para la perpetuación de la especie).
ResponderEliminarMira que...de revolucionarios a obsesos???...Ay! dios mío!!!
ResponderEliminarQuerida María: en mi caso, y siento decepcionar tu hipótesis, fue primero la Obsesión y luego la Revolución (...Política, una sublimación que tuve que abrazar dada la ausencia de Revolución Sexual seria y decidida en mi juventud).Besos, Salud, República y Amor.
ResponderEliminarEn la presentación de la última temporada de Cuéntame, en la que la social-democracia, cuenta y se inventa, en parte, lo que pasó entonces, la notabilísima Lidia Falcón, ya mayor, aparecía quejándose de los caminos no deseados que había tomado la liberación sexual. Se parecía mucho a mi tía María, cuando se asomaba a la terraza de nuestra casa en Cenes y, cuando nos veía pasar con alguna niña, decía:"Jesús, Jesús, no sé dónde van a colgar mis sobrinos el garabato". Pero mi tía leía el Kempis y murió con 89 años, en 1967. La revolución sexual nos ha pasado por la izquierda y por la derecha. Es más ha seguido un camino ciego, no escrito en los libros de Educación para la Guaisería, del mago de la tinta de calamar.
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