viernes, 8 de octubre de 2010

¿Se puede con trini?

Ni siquiera el lenguaje, o sobre todo el lenguaje, debe de quedar en manos de especialistas, porque entonces se nos echan encima los santos padres, los sanjerónimos rellenos de teología y de “la verdad”, los filólogos y los domine cabra, los concilios y las academias a decirnos lo que está bien o lo que está mal y cómo hemos de entender lo escrito y lo hablado y lo pensado. Siempre a su conveniencia. Pero no está demostrado que los votos confieran al político elegido saberes filológicos especiales. De políticos es la invención del valenciano como lengua, postergando su verdadera condición de dialecto del catalán. De políticos es la ocurrencia de llamar al dialecto andaluz “El aljamía , la lengua romance de Andalucía”. Trinidad Jiménez puede ofenderse poco si Alfonso Guerra la llama “Señorita Trini”, cuando ella misma admitió sin empacho el uso del eslogan ”con Trini, se puede” en la pasada campaña de primarias, y Alfonso Guerra tampoco podría enfadarse si alguien le recordarse la simplicidad de los políticos, en la que él ha incurrido con frecuencia, de referirse en público, unos a otros, sólo por el nombre (“esto me lo ha dicho Alfonso, pero no lo confirma Felipe”), por el diminutivo (“Pepín Blanco”, “Pepiño”), por el mote (“El curita”) o por unas siglas (ZP), como si la política fuese un asunto de cuadrilla de amigos o de hermandad de Semana Santa. Y luego está el feminismo de pesebre y militancia, emanado de la costilla del propio presidente del Gobierno, que inmediatamente percibe machismo en todo y llora y se queja para sacar, como niña chica llorona, un plus, de golosina o perdón.

De cómo el teatro fino se cargó al Chino

La movida cambió las maneras pero no el fondo de la cuestión (ver entrada anterior). Lidia Falcón, la quejumbrosa feminista catalana que está algo mayor y seguramente prefiere que le miren más el alma que el cuerpo, en “Cuéntame”, explicó que los hombres salieron de la dictadura hambrientos de carne femenina, aunque no aclaró si ingresaron en ella ahítos. Y en los años 80, añadieron más disfraz cultural si cabe a su deseo de ver a la mujer desnuda y en movimiento. Recurrieron incluso a la creación de Festivales Internacionales de Teatro, que de internacionales, a veces, no tenían nada más que el número de la stripteuse. En el de  junio de 1983 de Granada, en la discoteca Séneca, actuó Christa Leem que, a lo Concha Piquer, se trajo a su madre, la cubrió de plumas, le sujetó las carnes con ortopédicas y co­rrectoras mallas, le dio un micrófono y la  puso a can­tar para llenar el tiempo entre sus sucesivas desnudeces. Con­cejales recién elegidos, senado­res de la izquierda moderada, diputados en Cortes, parlamen­tarios andaluces, poetas galar­donados, y otros en ciernes, dirigentes de partidos políticos acompañados de sus dedica­ciones exclusivas, se sumergie­ron en el ambiguo placer de dis­frutar, parcialmente, de la vi­sión del cuerpo de la niña con la bendición de la madre. Y digo sólo parcialmente, porque allí nadie se atrevía, bien por la presencia de la anciana cantante, bien por el pudor de saberse observado por toda la progresía provincial, a mirar hacia dóde, estadísticamente, deben de encontrarse las turbadoras y magnéticas cavernas de la artista. No es lo mismo que a uno lo sorprenda en observación tan interesada un camionero en ruta que verse estudiado por toda una mayo­ría municipal. Y así, las angéli­cas miradas se concentraban unánimemente en las zonas altas y nobles de su anatomía, sin osar dirigirse a lo bajo e inferior de la danzante, la cual, por otra parte, no ofrecía demasiadas facilidades, al prac­ticar su delicado oficio al son de una música frenética, inapropiada totalmente para labores hermenéuticas ni permi­tía a la vista la vivisección de un cuerpo huidizo.
Fueron muchas las circuns­tancias que se concitaron para hacer el placer imposible. La luz y los taquígrafos no pueden estar presentes en lo que debe de ser una búsqueda sigilosa y culpable. Christa Leem, a la que el programa de mano del I Festival de Teatro de Granada presentaba como "vedette" para minorías, logró, según testigos, aburrir a la inmensa mayoría, que al retirarse triste y decepcionada a sus casas pa­recía abandonarse a la nostal­gia de las carnes otrora gráciles, dúctiles y turgentes, y prudentemente movedizas, de la bien­hechora e itinerante Manolita Chen.

jueves, 7 de octubre de 2010

Soneto para Manolita Chen

Hay poetas anónimos que jamás ganaron un premio literario. Poetas polifacéticos que cultivaron por igual el verso sacro y el pagano. Inspirados creadores que, descendientes de generaciones de sonetistas artesanos, dieron sus composiciones a la voz bullidora del pueblo que conservó por los siglos, como precioso tesoro, las palabras mágicas. Uno de estos seres excepcionales leyó a un grupo de amigos, poco antes de romper el manuscrito, un asombroso soneto que había compuesto en mayo del 68 dedicado a Manolita Chen, musa pornógrafa de un popular teatro de variedades,  El Circo chino, en cuyo escenario se agitaba, frenética, de espaldas al público. Lo hacía al ritmo de un tambor de granaderos reconvertido para la danza. Nadie niega el valor pedagógico de estas sesiones de estriptis en la España constreñida de la postguerra. Alguien, en 1981, me recitó al oído el primer cuarteto de la composición. He dedicado bastante tiempo a buscar a alguno de los que tuvieron la suerte de oír el soneto entero antes de ser destruido. La Semana Santa pasada lo encontré en Úbeda. Me informó de que el autor del soneto había abandonado los temas eróticos poco antes de morir y sólo cultivó, en su vejez, los religiosos. Me recitó de coro tres décimas que había compuesto para los titulares de una cofradía de la Loma de Úbeda. Carecen del menor interés. No así el soneto “Tu línea escultural, oh Manolita”, lleno de sensualidad y carga erótica que hoy regalo completo a mis lectores en primicia mundial y que reza así:

Tu línea escultural, ¡Oh Manolita!
absorbe mi razón, pues no hay manera
de borrar de la mente esa palmera
que es tu cuerpo de Venus Afrodita.

5    Poseerte sería dicha infinita
en una noche alegre y placentera
y a esta ardiente pasión gusto le diera
gozando de tu carne nazarita.

10    Grácil, dúctil, turgente, movedizo,
tu cuerpo es para mí, supremo hechizo,
seductora mujer que me enloqueces

y me matas de amor  aunque no quieras,
cuando mueves, lasciva, las caderas
y a la vista tus muslos nos ofreces.

                                                                     Vate anónimo ubedí

miércoles, 6 de octubre de 2010

Moro bueno, moro malo

En España, hay un moro en todas las familia
¿Moro bueno, moro malo? Eso depende de las circunstancias. Para Aznar, los moros son el enemigo desde el 711, año en el que Tariq, con la ayuda del conde traidor, don Julián, conquistó la Península y acabó con el reino visigodo de España. Y además, por lo que declaró el ex presidente en 2006, está todavía a la espera de que "algún musulmán le pida perdón por ocupar España durante 8 siglos". Su resquemor es parecido al que se desprende de estos versos de un romance medieval: “Madre España, ¡ay de ti! -- en el mundo tan nombrada, / de las partidas la mejor, -- la mejor y más ufana, / [...] por un perverso traidor -- toda eres abrasada, / todas tus ricas ciudades -- con su gente tan galana / las domeñan hoy los moros --por nuestra culpa malvada, / si no fueran las Asturias, -- por ser la tierra tan brava”. Aznar, tan alejado ideológicamente de Franco, no ha tenido en cuenta que los moros hicieron algo más que pedir perdón, ayudaron al general rebelde a reconquistar  no sólo Al-Ándalus, sino hasta la tierra tan brava de Asturias.
 En 1938, para los sediciosos, los moros eran buenos. Agustín de Foxá, diplomático falangista al servicio de Franco, publica en el diario “Patria” de Granada, el 17-VII-1938,  un “Romance de Abdelazís”, en el que aparecen las primeras muestras de lo que años después se conocería como “Alianza de Civilizaciones”. En el poema, Foxá, consciente de que muchos de los mercenarios  marroquíes –“la flor morena de África”, les llama-  que atraviesan el Estrecho se preguntarían qué se les había perdido a ellos en la contienda española, los engatusa con la visión poética, desde los aviones que los transportan a una muerte más que probable, del “jardín del profeta”, de Al-Ándalus: de las  huertas regaladas de Granada, de  Córdoba, entre naranjas, de Sevilla, “jazmín y remo, en el agua”. El poema rezuma “maurofilia”, amor al moro, ahora, aliado imprescindible en la sangrienta aventura del general traidor, del moderno don Julián.  Creo que el lector, que ha llegado hasta aquí, tiene derecho a recibir los últimos versos del romance. Éstos: “Si mueres, Abdelazís, / sobre los surcos de España, / no el Zoco-Chico de Tánger / celebrará tus hazañas, ni el domador de serpientes / cantará sólo tu fama. / Los poetas de Castilla / te dirán en lengua brava: / "También tienes tu lucero, / español de piel tostada.”  Acostumbrado, como diplomático, a cursar expedientes de nacionalidad, Foxá no duda en concedérsela a Abdelazís y a sus  conmilitones. No alianza de Civilizaciones se llama esto. Mejor, fusión de razas, de pueblos, de culturas, de cómplices.

martes, 5 de octubre de 2010

Alianza de Civilizaciones

Romance de Abdelazis . De Agustín de Foxá. Apareció en el Diario "Patria" de Granada, el 17 de julio de 1938.

No llores, Abdelazis;

no llores, que vas a España.

Que el fusil te lo da Franco

y en el fusil, su palabra;

y está el jardín del profeta

al otro lado del agua.

-Ya están girando las hélices,

ya en el avión te embarcas,

ya vuela sobre las nubes

la flor morena del África.

-¿De quién son esos tejados

y esta huerta regalada?

-Esos tejados, buen moro,

son la ciudad de Granada.

Sus ojos mirando al suelo

se le llenaban de lágrimas.

Los Regulares de Ceuta

llevaban pardas chilabas.

-¿Dónde está Córdoba, amigo?

¡Mi Córdoba entre naranjas!

-Los rojos la están cercando,

casi la tienen ganada.

¿Por qué no vuela este pájaro?

¿Por qué no mueve las alas?

(Bajo los roncos motores

sonaban tenues campanas).

Que llegan a Sevilla,

jazmín y remo, en el agua

barcos del Guadalquivir,

el limonar del Alcázar

y en los turbantes, la sombra

antigua de la Giralda.

¡Harás el té en las trincheras,

Abdelazis, por España?

Platerillo de Tetuán,

babuchero de sus plazas,

el que vendió las ajorcas

desde Arcilla y Casablanca

y en Fez, no estudió el Korán

porque pertenece a Francia.

Sé que caerás una noche

y Alá sabe en qué batalla.

No sé si será en Toledo

o en Oviedo la cercada

o te helará con la luna

la Ciudad Universitaria.

Pero sé que está tu sangre,

defendiendo a mis campanas,

mis libros de El Escorial

y mis custodias labradas.

Que el otro lado del monte

los hombres sin Dios te aguardan,

con tanques de oro judío

y cien banderas de Asia.

Si mueres, Abdelazis,

sobre los surcos de España,

no el Zoco-Chico de Tánger

celebrará tus hazañas

ni el domador de serpientes

cantará sólo tu fama.

Los poetas de Castilla

te dirán con lengua brava:

"También tiene tu lucero.

Español de piel tostada".

lunes, 4 de octubre de 2010

No hay cosa más bonita que la familia unida

El que se tire a la calle para oír a la gente y enterarse de lo que “realmente le interesa”, se llevará una sorpresa. Si se habla en voz baja en una esquina de una mercería, no es que se conspire para, después de la catástrofe de Trinidad Jiménez, sustituir a Zapatero antes de las próximas Generales, se trata del dobladillo del traje de gnomo que el niño de una sacará en la función del colegio. Si se discute apasionadamente en un rincón de una librería bien surtida, no es del libro “Los filósofos y el amor” de Manuel Cruz, ganador del Premio Espasa de Ensayo, 2010, sino de la confección de la lista de invitados para la fiesta de la primera confesión de la chica. No es de las consecuencias políticas de la pasada huelga de lo que hablan unos sindicalistas en la hora del bocadillo, sino de la conveniencia de que Enriquito se haga la fimosis antes de cumplir los 15 años para que pueda romper sus primeras lanzas sin trabas ni enmohecimientos. Lo que parece interesar realmente a la gente (y no estaría mal que tomaran nota los políticos para sus próximos actos electorales), de lo que se habla en todas partes, es de la familia y sus acontecimientos. La familia en sus ricas y complejas variantes actuales, la única institución que aparece pujante tras la extinción, seguramente pasajera, de todas las utopías.

viernes, 1 de octubre de 2010

Es hielo abrasador, es fuego helado

Las llamas del infierno
Los teólogos se han portado con Dios como esas madres mandonas y absorbentes que te lo quieren organizar todo y en cada época le han puesto la casa a Dios, y, cómo no,  al diablo, siguiendo las modas y costumbres del siglo. Ahora meterían mucho Ikea en todas las estancias del cielo y mucha casquería ”chinois”. El infierno de las llamas, tan impresionantes como las de la  foto, fue un invento de machos que acababan de descubrir el fuego y no sabían poner todavía  la cacerola. Se limitaban a las barbacoas. Cuando "la agricultura perfumó el reino de las cocinas", como cantó Neruda, el cielo se lleno de olores y el infierno, y así lo contó Dante muchos siglos después, cambió fuego por hielo. El invento del martirio del hielo más sutil y refinado, pero no menos desagradable, se atribuye a las mujeres que sufrían mucho cuando se les quedaban fríos  el puchero y los pies al apagárseles la lumbre del hogar. El lector paciente habrá advertido, a estas alturas, que para hacer teología y ensartar disparates, lo único que hay que tener hoy en día es un blog que te acoja y unos amigos que te soporten. Porque uno con estas teorías se termina convirtiendo en el infierno de los otros. De los que inexplicablemente te siguen leyendo.