El cetro Borbón bien vale una hostia
Pese
a que los derechos de autor están siendo barridos por usuarios de decodificadores
iptv con los que ven de balde los partidos de fútbol y la Formula 1, o
arrasados por Spotify o por cualquier
plataforma de música, cine, series o videos en streaming, estoy dispuesto a disputarle a Letizia el copyright de la idea de utilizar el rap para promocionar
la monarquía. Porque lo que hizo Letizia
el otro día, marcándose un rap por una buena causa (la salud mental), ya lo
hice yo para conseguir que los alumnos prestaran alguna atención a Horacio,
Virgilio, Petrarca, Dante, Garcilaso, Quevedo, Neruda o a algún poeta
sentimental. Pensaba entonces que, utilizando las canciones y las músicas de
moda entre el alumnado, como puente o intercambiador, ellos terminarían
aceptando los modelos poéticos que yo les proponía. Y trabajé en el aula con
Las Vulpes, con Rosendo, con Albert Pla, con La Polla Records, con Extremoduro
y con Gabinete Caligari. ¡Loco empeño! Ellos terminaban canturreando el “Camino
a Soria” de esa banda pero pocos leyendo Campos
de Castilla de Machado. Si ha habido plagio, la realeza tendrá que pagarme
derechos de autor. ¡Qué absolutos son los borbones o sus parejas! Como si no
fueran suficientes la desinteresada comunión de la reina, el look de las
princesitas, el moñillo recogido y la boina roja del uniforme militar de Leonor
y las alpargatas atadas a las piernas de los veranos mallorquines. O la apostura
del rey en la Cumbre, superior, según mis amigas, a la galanura y al caminar
africano, casi de pandillero de Harlem, de nuestro presidente. ¿Y su barba tan
bien esculpida? No había por qué recurrir al rap. Estoy convencido de que, de
hacerse un referéndum, lo ganarían de calle los modelitos de Letizia y la
lisura de su cara. No te digo nada si los políticos españoles tuvieran la
valentía de plantear un referéndum en Cataluña. Sin necesidad de que Iceta
bailara torpemente cualquier reggaetón
de moda, se ganaba con que Letizia luciera durante la campaña previa modelos de
casas de costura catalanas, con que su niña menor se casara en Monserrat o con que doña Leonor (futura capitana general
de la tropa catalana) desfilara por el Paseo de Gracia al frente de una
compañía compuesta, al alimón, de soldados y soldadas. ¿Majestad, por qué os habéis metido a rapera? No os hacía
falta. Me habéis robado el método pedagógico y la canción.
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