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lunes, 1 de noviembre de 2010

ETA, el burka del terror

Últimamente mucha gente me dice que no entiendo nada.   Ayer, sin ir más lejos, en mi entrada  “El diario El Mundo pilla a dos políticos haciendo política”, un desconocido Plinio escuetamente comentaba “Nos has entendido nada”. Hace unos años el autor de un libro que yo había reseñado me acusó de lo mismo y me mandó a estudiar a la Universidad que por lo visto es el lugar a donde a uno le enseñan a enterarse de todo.  Familiares y amigos me hacen ver a diario que no estoy fino, que no comprendo nada. Debo de haber bajado la guardia. Quizá me he olvidado de que hay que ser feroz con la estupidez ajena, pero que  de la que verdaderamente debo de preocuparme es de la mía.  Me hubiera gustado que Plinio concretara de qué no me había enterado. Esto me hubiera ayudado a enmendar el rumbo. En mi post afirmaba que Pedro J. Ramírez corregía a dos políticos que se reunieron para hablar de ETA y de la paz. Entendí que Pedro J. prefiere que los políticos discutan de  si expresiones como “putitas de 13 años” son literatura o no, cuando las usa un escritor,  o  de los morritos de una ministra o del, por lo visto, indisimulable plumero del líder de la oposición. Yo no estoy en contra de que hablen de lo que quieran, pero en sus casas o con la cuadrilla, pero no en público, no cobrando de los presupuestos. Yo no soy muy despierto, lo confieso, pero no toda la gente es tan pánfila como yo, y ella sí se da cuenta de cosas obvias. Que cuando ETA aparece embutida en su burka del terror, no lo hace ya para aterrorizar a la población. Lo hace para decirle a los partidos vascos que se han aprovechado de su “trabajo”  que no piensen que va a desaparecer, como en las sesiones del mago Migue, por arte de magia. Que no llevan tantos años movilizados matando y muriendo,  haciendo sufrir y sufriendo, mientras que ellos cobraban su sueldo de concejales o de alcaldes o diputados, para esfumarse, sin  más.  La gente, que no es boba, también sabe que uno de los impedimentos fundamentales para la paz en el país vasco, no son las víctimas, precisamente, sino el rédito que unos y otros quieren obtener de esas víctimas. Los que están en el Gobierno quieren ganar las elecciones,  trayendo la paz y no repartiendo con nadie. Y los que están en la oposición no hacen nada más que poner inconvenientes para que eso no suceda antes de las próximas elecciones generales.   Los tontos, los estúpidos, los  pánfilos, los bobos queremos que  se dejen de guarrerías – de la fundamental, de la que hará estallar esto: la corrupción- y que  trabajen para conseguir cuanto antes una  paz justa y permanente.  Lo que les pedimos, los gilipollas, los ignorantes, la gente de la calle, los blandos, los permisivos , los que no nos enteramos nunca de nada es que ellos –enarbolando obscenamente la defensa de las víctimas- no sean el obstáculo fundamental para la paz.