Yo comencé a estudiar para papa a los 11 años en el Colegio- Seminario de Almagro, en cuyo Corral de Comedias asistí por entonces, sin provecho alguno, turbado quizá por otros afanes, a la representación del Gran Teatro del mundo de Calderón. Si hubiera prestado atención al dramaturgo me hubiera planteado mi vida, desde el principio, como teatro y representación y hoy sería, si no papa, al menos, cura obrero con familia numerosa. De aquella época, conservo algunas fotos, la bolsa de la ropa que tiene bordado a mano por mi madre mi número de colegial, el 243, un cuarteto a la Virgen que apareció en el número de mayo de 1958 de la revista colegial Alba, del que solo recuerdo algunas palabras del cuarto verso –“…mil floridos mayos”, creo que terminaba el poema- y el gusto por el gregoriano y las sopas de ajo. Mi uniforme de colegial, aspirante a la Orden de Predicadores, era una réplica exacta, según constato ahora por las fotos, del de los papas. Quizá la tela no fuese de tanta calidad, pero estaba bien cortado, aunque a mí me quedó algo corto, por el estirón de la adolescencia. Ni se me pasó entonces por la cabeza publicar estas menudencias. Hoy las coge un adolescente guapo y bien alimentado, como el cantante canadiense de pop Justin Bieber, y le dan para varios capítulos de su Autobiografía. Las cuento ahora porque la insistencia de mucha gente en relacionar el color negro de los zapatos del papa Francisco con la humildad y la pobreza franciscanas me las han recordado. No dejo de oír, desde que el nombramiento de este argentino sorprendió a todo el mundo, que el color negro de los zapatos y la plata, en lugar del oro tradicional, del anillo del Pescador suponen un “giro copernicano” en el rumbo de la iglesia. Nadie ha olvidado los zapatos de color rojo que solía llevar en las grandes ceremonias el elitista Benedicto XVI. Yo también aparezco con zapatos negros en una foto que tengo con mi padre en las puertas del convento de los dominicos de Almagro. No sé por qué, coincidiendo tanto con el actual papa, yo no he hecho carrera eclesiástica. La abandoné porque creía que el sacerdocio era incompatible con la dulce proximidad de la mujer. Estaba equivocado: Benedicto XVI se ha retirado a Castel Gandolfo con cuatro monjas y el papa Francisco besó, urbi et orbi, a Cristina Kistner. Si yo hubiera aprendido de Calderón que la vida es puro teatro, ahora podría ser Paulo y pico.
Mostrando entradas con la etiqueta El papa Francisco humildad franciscana pobreza. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta El papa Francisco humildad franciscana pobreza. Mostrar todas las entradas
miércoles, 20 de marzo de 2013
Suscribirse a:
Entradas (Atom)