Mosaico romano mostrando un perro con collar
Ayer por la tarde fue sacrificado Excalibur, el perro de la sanitaria infectada por el ébola. En las viejas sagas artúricas, Excalibur, la espada que da el poder al que la posee, es extraída de una piedra inculta en mitad del bosque. Sir Malory, el escritor inglés del siglo XV que reescribe las leyendas sobre el Rey Arturo, cristianiza totalmente la historia de Excalibur, y el episodio de la extracción de la espada lo sitúa en el patio de una iglesia: la piedra inculta, ha sido esculpida, ha perdido las telúricas imperfecciones de cuando habitaba en los brumosos bosque precristianos y ha pasado a ser un cubo de Ikea, perfectamente tallado. Parece que el perro, una subespecie, del lobo, abandonó su ferocidad voluntariamente en los bosques y en las sabanas y buscó comida y cuidados junto al hombre. La espada de Arturo, cristianizada y alojada en la piedra de una iglesia, nunca más disfrutó de la prerrogativa de otorgar el poder absoluto al que la consiguiera, pero el perro domestico, durante dos días, ha asustado a todos los aparatos del Estado español, como si de una manada fantasmal de lobos salvajes se tratara. El perro Excalibur ha estado dos días en el corredor de la muerte, alejado de sus dueños. Ayer por la tarde fue ajusticiado. Sus dueños son los siguientes chivos expiatorios destinados a limpiar las inmundicias de un poder torpe y desnortado.
Para oírlo en la severa voz del autor, tendrás que pinchar en el enlace de abajo:
Excalibur, el perro lobo
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