La elegancia del chorizo
Se esperaba una declaración del Vaticano después de que Torres Hurtado avanzara su tesis sobre la elegancia de las mujeres desnudas. Una cierta inquietud se vivió esos días en el entorno de la Patrona. Se temía que, vestida ella hasta el sofoco, no entendiera muy bien que uno de sus hijos predilectos, el alcalde de la ciudad, la descalificara de una forma tan taxativa. ¿Sólo las mujeres desnudas pueden ser elegantes? Y esto ocurría en un verano en el que cualquier manto sobra y cualquier cofia de encaje plisado empece. Las modistas granadinas, tampoco estaban muy contentas. Y menos mal que ya había pasado la época de las primeras comuniones y que los trajes de las bodas de verano habían sido despachados. Si estas declaraciones se producen en febrero una sublevación de agujas y perifollos hubiera podido tener lugar. Lo que no hay que descartar todavía es algún movimiento telúrico o corrimiento de tierras en las zonas de la provincia dadas a los terremotos, como castigo divino al lenguaraz Torres, y, por ende, a la ciudad que él gobierna con su cómplice Salvador, ese peregrinito de cualquier poder. Las repercusiones de las palabras del alcalde se han multiplicado, en alguna piscinas granadinas han desaparecido los carteles que prohibían bañarse desnudos a los veraneantes y el gremio de metrosexuales, depilados al láser, piensan lanzar un manifiesto en el que se muestre la discrepancia con el alcalde por haber dado al traste con lo que venía siendo la exhibición de los cuerpos de la que este colectivo hace gala en fiestas y procesiones cívicas. Azotados por la sospecha de que sus horas de gimnasio y de cultivo al cuerpo no han servido para nada. Aterrorizados por ser considerados inelegantes, ellos que gustan de ir ligeros de ropa. Una vez que el alcalde, árbitro innegable de la elegancia, sostuvo que los hombre cuanto más tapaditos mejor. Una cierta calma vivió después la ciudad, hasta que hace unos días se activó en un pleno la reprobación al alcalde por machismo y sexismo. Tirios y troyanos coinciden en que Torres Hurtado no se prepara las intervenciones públicas y que le está tomando gusto a hablar a la pata la llana. Parece que los seres humanos conforme nos vamos acercando a la vejez vamos dejado abierta la puerta del servicio después de nuestras deposiciones. Acertada metáfora que le viene bien a los últimos “peos de lumbre” del alcalde. Tanto descuido me lleva, a mí también, a no controlarme mucho a la hora de transcribir una frase que corre estos días por Facebook y que se puede aplicar a las actitudes que venimos comentando. Dice así: “Los hombres elegantes, cuando pasa una chica, se llevan la mano a la bragueta”. Y esto no sólo pasa en España: vayan al Google, escriban en el buscador: “American Girl in Italy”, 1951. Ruth Orkin, y verán de qué estoy hablando.
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Interesante reflexión...
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