viernes, 21 de agosto de 2015

No permitamos que las bragas no nos dejen ver los bosques

A principios del siglo XVI, Juan de Flores, escritor a sueldo en la corte de  los Reyes Católicos,  refleja en su tratado “Triunfo de Amor”, algo parecido al escandaloso asunto de las bragas malagueñas. Cuenta que los amante, cansados de los viejos usos amorosos que obligaban al hombre a pretender y perseguir a las mujeres mientras que éstas tenían que esperarlos en sus torreones o en las rejas de las ventanas de sus casas, pidieron al Cupido, el dios del amor,  que le diera la vuelta a la tortilla para que fueran las mujeres las que tuvieran que perseguir y pretender a los hombres que las esperarían encerrados en sus virtuosas moradas. El mundo al revés. Las niñas de Málaga, esgrimiendo sus bragas en la mano, según ha declarado una concejal del ayuntamiento de la capital, suponen un cambio total en las recatadas costumbres del vestir femenino en nuestra Patria.

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La sección Femenina impuso para la gimnasia un pudoroso y feo pantalón, el pololo, para que incluso la torsión más violenta no mostrara del cuerpo femenino lo que, según Pilar primo de Rivera, no había que mostrar.  Veo tambalearse el patriarcado y sus reglas para controlar el cuerpo de la mujer. Aunque no creo que la sangre llegue al río. Cuenta Juan de Flores que, pasado un tiempo, las mujeres de su "Triunfo" volvieron a sus encierros y los hombres a buscarlas  y a recuestarlas. Alguna chica, entrevistada en la Feria de Málaga, ha declarado que ella está de coitos hasta el moño y que lo que quiere es un buen amor con el que hablar y contarle cómo va la rehabilitación de la cadera de su madre. La sexualidad industrial, abundante y sin el gusto que le da lo prohibido, puede llegar a cansar. Y las bragas volverán a su sitio. No dejemos que las bragas no nos dejen ver los bosques.

2 comentarios:

  1. Me cuesta corregirte con lo bien que te expresas (incluso con los calzoncillos (boxers) en la mano), pero la sexualidad actual es postindustrial, cercana a lo virtual, sobre todo para hacerla sostenible y que no contamine el río con su sangre.

    Gracias y saludos.

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  2. Hemos pasado, entonces, del cruasán que parece un cruasán, pero que no sabe a nada, a la imagen digital de un cruasán que ni está ni se le espera pero que produce efectos parecidos a lo que producía el cruasán industrial. Sacia. Lo que sea que sacie. Gracias, Independiente, me has hecho reír -y pensar- con tu cometario. Un abrazo.

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