lunes, 11 de abril de 2011

Presunción de decencia

La palabra "decencia" se me quedó de una película que vi hace unos días. La tengo grabada en una cinta desde 1995. Se trata de "La hoguera de las vanidades". El film es tremendamente cínico. La moraleja del mismo es que sólo la mentira restablece la justicia. Al final el juez, Morgan Freeman, le lanza al público un discurso increíble, en el contexto inmoral que plantea la película, sobre la decencia. La decencia debe ser la virtud burguesa por excelencia, que todo el mundo predica y nadie cumple. Se trata de que los agentes en presencia cumplan las reglas que ellos mismos se han dado. Y que, normalmente, se exhiben siempre ante el adversario pero jamás se cumplen, por el que las enarbola. En la situación presente, en la que  hay más de 100 imputados en las listas electorales cabe pedirles a los “imputados” y a sus grupos, que se atengan a las normas que ellos mismo han redactado para acabar con la corrupción en la política, empezando porque no haya en las listas electorales ningún imputado: ¡Que sean decentes! En la misma cinta tengo grabada una entrevista, de 1995, de Iñaki Gabilondo a Felipe González en la que el periodista pregunta directamente al Presidente si su Gobierno ha participado en la guerra sucia contra el terrorismo. Su respuesta me ha recordado la declaración del acusado en "La hoguera de las vanidades": ambos mienten para salvarse y ambos parecen convencidos que tan sólo la mentira puede restablecer la justicia. De aquellos malos ejemplos viene la cenagosa situación presente.

3 comentarios:

  1. Publicado en el foro de Carataunas
    Y hoy quería ir un poco mas allá en mis razonamientos.
    Me pregunto cual es el origen de este sistema de impartir lo que llamamos justicia, que personalmente pienso que no es justicia aunque se llame así.
    Si el derecho a la defensa nace en las reuniones tribales donde se juzgaba en grupo a la persona que había cometido un perjuicio a otro miembro de la tribu o a la tribu en general en todo memento supongo que sería mas fácil acceder a la verdad y con ello también mas fácil acceder a un resultado justo.
    Hoy no estoy muy segura de que la justicia busque la verdad de los hechos juzgados, puesto que por principio admite la mentira como autodefensa, con lo cual creamos una torre de delitos y falsedades una sobre otra que acaban alejando el fin de su objetivo principal, esclarecer la verdad y sobre esa verdad juzgar y depues ser clementes. Creo que sería mejor para todos empezar pensando que podemos juzgar las verdades y aplicar la corrección del comportamiento o las acciones con conmiseración que aplicar justicia sobre una torre de falsedades propiciadas por la propia justicia.

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  2. Hola Pablo, hace unos días las inquietudes de foro del pueblo recorrían los falsos testimonios y la mentira, para llegar a la justicia.
    Creo que en realidad la mentira es el reflejo mas patente de nuestra propia cobardía.
    Por supuesto que es difícil tener el valor de asumir las consecuencias, todas las consecuencias, de nuestros actos. Nos gustan solo las consecuencias que nosotros mismos llamamos "buenas", las que nos mantienen donde queremos estar o nos dan lo que queremos obtener. A sabiendas que el juego es doble y también puede tener las otras consecuencias, pero esas no nos gustan y entonces negamos nuestra parte. Negamos la grande. Tranquilamente. En realidad somos unos cobardes.

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  3. Ana María, nunca pensé en el proceso judicial como una acumulación de mentiras. Novedosa perspectiva. Gracias por abrirme esa ventana. Que los aires limpios en los que habitas te ayuden a mantener el juicio tan claro como hasta ahora. Un saludo cariñoso.

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