miércoles, 13 de abril de 2011

Monogamia

Por la Vereda
EN un arrebato místico sintonizo Radio María y me encuentro con el excelente Munilla, obispo de San Sebastián, predicando que el matrimonio, es decir, la monogamia, es una institución de "ley natural", de diseño divino, anterior incluso a las religiones. ¡Qué modulaciones de voz me hace este hombre! Casi a la misma hora, me avisan de que Punset está hablando en TV, con una prosodia igualmente eufónica, de la aparición de la monogamia en nuestra especie. Lo de Munilla me sonaba, pero lo de Punset me resultó novedoso. Por lo visto, el macho hace millones de años estaba todo el día de acá para allá, pero, al ponernos de pie los homínidos, se estrecha la pelvis de la mujer y los niños para poder pasar por ese fielato tan angosto y multifuncional adelantan su salida, pero se plantan en el mundo pequeños e inmaduros y es entonces cuando la supervivencia de la especie le impone al macho una colaboración permanente con la madre para que esos niños maduren. Y se ata, muy a su pesar, a una sola hembra. 
Al final el célibe Munilla, que va a lo suyo, lo que exige en nombre de Dios es que la gente se case en las Angustias. Glosa la canción de Pablo Milanés Yo no te pido y defiende que es preciso "firmar", en la sacristía, "diez papeles grises para amar". 

Es su comer. Lo de Punset es más entretenido aunque, como sacerdote de la razón y de la ciencia, nos está proponiendo algo parecido a lo de Munilla: "Con la que está cayendo, lo mejor es vivir en pareja, pero con conocimiento de cómo estamos programados. Y de que los hombres, en cualquier momento, saldrán de nuevo a buscar". Ahora parece que las mujeres también salen a la búsqueda de la dispersa felicidad. Pero hay seres que se tiran a la calle por parejas, como David Cameron, el primer ministro británico, y su mujer, Samantha, que se vinieron a Granada, en clase turista, a albergarse en una pensión de estudiantes del Realejo y a pasear de la mano por el Albaicín. Y si anduvieron enlazados por nuestras calles, no es por ese irrefrenable impulso que lleva a los jóvenes a chocar entre ellos, cuando se buscan. Ni es la necesidad la que enlazó sus manos: que todavía se les ve, aunque maduros, sanos como para andar sin bastones o apoyos. Es porque como en Amar en tiempos revueltos todavía quieren creer en el amor. Ni siquiera se soltaron por la Vereda de la Estrella, en Sierra Nevada, donde caminar en pareja, dada su estrechez, es peligroso. Un montañero escéptico, a voces, desde lo alto les preguntó: "¿Amor o teatro?". Como no obtuvo respuesta, tendrá que esperar a que Munilla o Punset se lo aclaren en el próximo sermón.

3 comentarios:

  1. Ana María Loureiro14 de abril de 2011, 0:41

    Sigamos elucubrando. Aceptemos "Pareja estable"
    ¿Cuantas podemos tener? ¿Porqué la monogamia?
    ¿Por qué no tener un harén de hombres o de mujeres?
    Y cuando ya hayan cumplido su objetivo principal, procrear, extender la especie, cuidar al recién nacido. ¿Las cambiamos su vejez?
    ¡Ya no sirven para nada!
    Aunque siempre quedará el recurso de hacerlas nuestras comparsas.

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  2. Un harén de hombres, interesante idea. Cuando las inseminaciones las pague la Seguridad Social y se realicen en sede hospitalaria, en las mejores condiciones sanitarias y genéticas, van a sobrar muchos hombres. Y no digamos si los pesos los levantan robots japoneses. Se podría reconvertir a tanto macho suelto, sin oficio ni beneficio, en odalisco.Ana María, el harén no es sólo sede del placer sostenible y de la danza del vientre, también hay que ir al Mercachufla, confirmar el borrador del IRPF, y cambiarle los pañales a los niños. Habría que sopesar todo esto.

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  3. Ana María Loureiro14 de abril de 2011, 8:45

    Para mi como madre de una montón te diré que los pañales, los mimos, la teta y la proximidad eran cosa mía disfrutada. Me resulta difícil superar mi instinto y pensar en dejar esas tareas maternales en manos del varón. Lo cual no me ha llevado a dejar de sentirme en mi sitio ni llorar por renuncias no habidas.
    Respecto al harén masculino solo es cuestión de culturas pues hay pueblos orientales de pastores nómadas que cuando un hermano se casa todos comparten mujer y no solo eso, sino que si alguno de ellos no lo quiere ella reclama su parte. Cuestión de culturas o costumbres prácticas.

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