¿Libro?, ¿pomada?
Libro notable: “Las mujeres, que leen, son peligrosas”. En él me he topado con esta Magdalena lectora. Parece que lo hace de soslayo, pero no, ella se atiene al papel que le concedió San Lucas en el "Episodio Jesús": servir de lenitivo al cansancio del Mesías, en casa del fariseo (dejamos las posibles interpretaciones erótico-sentimentales para Saramago). Por eso no aparta la vista, del todo, del tarro con el bálsamo con el que “masajeará” los pies del Hijo de Dios. Pero, y eso es lo peligroso, ya no está concentrada, totalmente, en su labor asistencial, reparte su atención entre la pomada y la lectura. El cuadro es del siglo XVI, pertenece al Maestro de Segovia, Abrosius Benson, que como su propio nombre indica, no nació en Segovia, donde sí hay muchos cuadros suyos, sino en el norte de Italia, en 1495.Antes Benson había pintado a Magdalena, sin libro y con el frasco en la mano. En las cortes renacentistas europeas, y en los ambientes burgueses del cuatrocientos, aparecen cada vez más mujeres leyendo u oyendo leer, y eso es a lo que atendió posiblemente Beson. El autor del libro al que nos referimos, Stefan Bolmann, piensa que "a los ojos de de sus espectadores contemporáneos esta bonita y joven mujer, que contempla con recogimiento las páginas de su libro encuadernado en terciopelo rojo, era el equivalente alegórico de una promesa de matrimonio". Posiblemente, pero, también, una metáfora del enfrentamiento renacentista entre la tradición bíblica, por eso el frasco de ungüento, y el nuevo horizonte laico, de ahí el libro.
Por el enfoque del cuadro, yo creo que, más bien, se está mirando la entrepierna. Esto puede suscitar nuevas teorías, Pablo.
ResponderEliminarFernando, al no ser tú mujer, no reparas en la topografía del cuerpo de una, el pecho de Magdalena, hace inaccesible a la mirada de la Santa la zona a la que aludes. !Tira, tira líneas y verás la imposibilidad del caso!
ResponderEliminarCierto. No había reparado en lo abrupto del terreno.
ResponderEliminarFernando, a ver si nos vamos fijando en las cosas, si queremos estar en la pomada. ¿Es que eres (a)bru(p)to?...
ResponderEliminarLo de "una metáfora del enfrentamiento renacentista entre la tradición bíblica, por eso el frasco de ungüento, y el nuevo horizonte laico, de ahí el libro", no sólo es hermoso, sino que es 'vero è ben trovato', como diría un italiano. Sin embargo, al mirar con detenimiento la hermosa imagen, es obvio que se está mirando el canalilloa ver si le han caído miguillas. Sé de lo que hablo. La geografía femenina te puede jugar malas pasadas...
ResponderEliminarHará falta para el caso un ingeniero de caminos, canalillos y puertos (exteriores, realmente).
ResponderEliminarNo entiendo a qué se refiere la autora de "Las mujeres, que leen, son peligrosas" con la frase "era el equivalente alegórico de una promesa de matrimonio". No veo la alegoría matrimonial por ninguna parte.
ResponderEliminarYo creo que la Magdalena está hojeando el libro por encimilla; mirad sino, cómo lo abre, no de par en par, sino un poco, como pensando : " no tengo AHORA tiempo de leerlo, porque voy a darle unas "friegas" a Jesús, pero en cuantico acabe, le lave la túnica y le haga una sopica de pan, me pongo y me lo devoro ".
ResponderEliminarRecordad a la pobre Sor Juana Inés de la Cruz, lo que tuvo que hacer para disimular que le gustaba "eso " de la lectura : "meterse a monja". También se me viene a la cabeza, siguiendo con los ejemplos de mujeres ilustres multitareas , a Maria Moliner: la pobre con una mano iba compilando y redactando las fichas de su futuro diccionario y con la otra iba removiendo el puchero
Durante mucho tiempo el objetivo confesado de la enseñanza, y por tanto de la lectura, fue la educación de las almas. Primero, las de los jóvenes aristócratas griegos y romanos , más tarde, las de los hijos de los nobles feudales y por último, las de los chicos burgueses, a partir del XVI. Los esclavos, al no tener alma, no podían ser educados, sólo adiestrados. A Los siervos y a las mujeres, con alma, sin duda, pero de menos calidad que la de los señores, tampoco se les prestó mucha atención pedagógica. A partir del XVI, el alma no se le niega a nadie porque el capitalismo naciente tenía mucho trabajo por delante y necesitaba de todo el mundo útil para el servicio. En esa época comienzan a aparecer mujeres con un libro en la mano.
ResponderEliminarMagnífica explicación, D. Pablo, me ha gustado
ResponderEliminarCreo que esa mirada ausente, perdida en el tarro de vaselina le trae a la memoria la última vez que le saltaron el ojo que no tiene niña. Que Dios me perdone.
ResponderEliminarEl médico, y no sin razón, advierte problemas en la vista de la niña, pero ¿y el materialista histórico?, ¿no verá en las aristocráticas manos de la joven, ¡tan cuidadas!, con el precioso anillo en el meñique, las de un miembro, ¿o miembra?, de la clase dominante, que no ha dado golpe en su corta vida, las manos de una explotadora? ¿Y el perfumista, no pensará en copiar el 'formato' del tarro de la vaselina para su próxima campaña de cremitas con "Pe"?
ResponderEliminarMe niego a no compartir con mis pacientes lectores, al hilo del comentario de más arriba sobre la educación del alma, esta perla de G. Eliot, tomada de su novela Middlemarch, publicada en 1871: "Es que es muy triste, Celia",le dice la protagonista Dorothea a su hermana, a propósito de la fealdad de un pretendiente, "que consideres a los seres humanos como si fueran meros animales acicalados y nunca veas en el rostro de un hombre que tiene el alma bella". Obligadas, muchas mujeres, a casarse con hombres feos, aceptaron como consuelo, que la belleza del alma es de más calidad que la del cuerpo. Y con los agravios de la edad, un feo no se distingue mucho de un guapo, y, seguramentem, es mucho más manejero. Hoy esto no se lleva.
ResponderEliminarCelebro que haya pasado de largo la herejía implícita en mi lacónico comentario. Unamuno hablaba del "ojo que no tiene niña" refiriéndose al mundanal "ojete". Y no sé qué opinarás tito pero yo creo que además de la muerte existe otro igualatorio por mucho que se empeñe Dante y ese es "el excusado". Definitivamente voy a empezar a tomar
ResponderEliminarEscatolojil 200mg: 1 pastilla cada 2 salidas de tono.
Mi ojo lector, Pepe, en la referencia escatológica se ha comportado como "el ojo que no tiene niña de Unamuno". Ha tenido un comportamiento ciego. No se ha 'cohcao'. Sorry
ResponderEliminar