Huyendo de la quema
En España no es costumbre leer la Biblia. Ni siquiera lo hacen los que se declaran católicos a machamartillo. Sí se la saben un chico joven y un anciano que suelen visitarme para explicármela. Y yo, arrogante, los despido asegurándoles que con la lectura de las espléndidas aclaraciones de la Nueva Biblia Española de Schökel y Mateos, que me regaló uno de sus traductores, me basta. El capítulo 18 del Génesis es tan transparente que los traductores de la Nueva Biblia no han necesitado de notas explicativas. En él, Abrahán recrimina al Señor que vaya a quemar Sodoma y Gomorra sin tener en cuenta que en estas ciudades pueden habitar personas inocentes que no merezcan un castigo tan atroz. Entonces, Dios y Abrahán discuten sobre cuál ha de ser el algoritmo de la destrucción / salvación: ¿cuantos justos, habitantes de esas ciudades malditas, se necesitarían para salvarlas de la ira del Señor? Yavé, en esta ocasión, se muestra muy condescendiente con el patriarca y no lo manda a hacer puñetas directamente e, incluso, lo acepta como tertuliano. Le comunica que en Sodoma y Gomorra -según sus "confites"- los botellones, los sanfermines, las fornicaciones, las violaciones, la pederastia sacerdotal, las falsificaciones en documento público, los cohechos, prevaricaciones y latrocinios, son tantos que no va a tener más remedio que meterles yesca a las dos ciudades. Y que va a bajar a ver si realmente responden o no a la realidad los chivatazos que ha recibido. Abrahán discute con el Señor porque no está de acuerdo con que paguen justos por pecadores. Porque el Señor del Antiguo Testamento era mucho de linchamientos y de arrasar con todo. El patriarca en este capítulo defiende la individualización de los delitos y de las correspondientes penas con la brillantez de un abogado de bufete de postín. Se encara con el Altísimo y con gran descaro le pregunta: "¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable?". Comienza un tira y afloja entre los dos y Yavé termina aceptando suspender el castigo si aparecen sólo 10 justos. El PP está a punto de arder en los juzgados, como Sodoma y Gomorra, y no hay forma de encontrar ni siquiera un justo, libre de cualquier imputación. A Sebastián Pérez, el ambicioso político granadino, le vendría bien que la cosa se resolviese por escalafón y no por algoritmos. Con esta fórmula le podría tocar la presidencia nacional de su partido. Para Granada, de fábula, porque no habría en la vida nada como la pena de tener a S. Pérez de alcalde en Granada.jueves, 9 de agosto de 2018
Algoritmo de salvación
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