Qué época más afortunada la nuestra, en la que cualquier lerdo, como el que escribe esta columna, puede encontrar a la mayoría de los personajes públicos todavía más lerdos que él. Eso es una bendición para la autoestima. Y además parece como si, al denunciar sus vicios, uno estuviera libre de ellos. Miedo y agradecimiento es lo que uno siente ante la estupidez ajena. Miedo, porque no hay mucha diferencia entre el genoma de uno y el del arzobispo Cañizares, el del alcalde de Granada, el de Chaves y Griñán o el de los aspirantes a poner el huevo en Venezuela y cacarear en las Cibeles. Por tanto, si no fuera porque la diosa Fortuna nos ha librado, azarosasmente, de incurrir en alguno de los vicios que aquejan a esas personas (sobre todo el de la ambición desmedida de poder y de dinero), estaríamos ahora como ellos atenazados por nuestros delitos y gritando que los cometimos en estado cataléptico, sin enterarnos de nada, pese a disfrutar de todo lo que se puede tener gracias al dinero y al poder. Chaves y Griñán lo están sufriendo ahora; cuando la capa del emperador te cubre, toda la mierda se trueca en oro, cuando el poder te abandona y te quedas desnudo, todo el oro se trueca en mierda. Si no del oro (que las llaves de la ciudad que los populares le han entregado son de hojalata herrumbrosa), si disfruta ya el nuevo alcalde Paco Cuenca de los oropeles del poder. Con valentía inusitada, Cuenca se ha atrevido a desoír las directrices del Papa sobre la conveniencia de separar política y religión. Y ha procesionado en el Corpus en representación, según él, “de todos los granadinos”, incluso de los que no deseamos ser representados en ese acto. Prudente, como se le ve, seguramente que no va más allá y se abstiene de excomulgar al papa Francisco por su defensa de la laicidad. Tampoco anda muy en sintonía con el Papa el dicharachero arzobispo de Valencia Cañizares, al pedir a los católicos que desobedezcan aquellas leyes que consideren injustas, basadas en "la ideología más insidiosa y destructora de la humanidad de toda la historia, que es la ideología de género". Este hombre, aparte de heterodoxo y regalista, es muy poco serio y trabajador: a los fieles hay que decirles exactamente qué ley, qué capítulo, qué epígrafe de las leyes que atañen al género, hay que desobedecer. ¡Si Santo Tomás de Aquino levantara la cabeza, a él que le gustaban tanto las taxonomías y la precisión! Porque comienzas desobedeciendo no sé qué ley de género y terminas trayéndote al Papa a Valencia con la única pretensión de enriquecerte tú, tus amiguitos del alma y tu partido. Y eso no está bien ni aquí ni en Venezuela.
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Gran reflexión...
ResponderEliminarMuchas gracias, Mark. El Papa apuntándose al laicismo y el alcalde y Cañizares, vintages totales. Gracias.
EliminarQué bien lo cuentas, con qué gracejo y talento, ironía fina, propio de ti.
ResponderEliminarUn beso.
Querida Marián como no nos tomemos las cosas un poquito a broma nos vamos a deprimir. Gracias.
EliminarSe decía que la envidia era el pecado español por excelencia; tú has sabido desvelar que la catalepsia es el síndrome español por antonomasia.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Trashumante, estos catalépticos creo que lo que les pasa es que se hacen los dormidos. Un saludo cordial y muchas gracias.
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