miércoles, 12 de noviembre de 2014

Que aprieta mucho la sed

La ramita del delito


El martes amanecí tribunicio y azoté a los corruptos con esta feroz andanada: “Venga, declarad todos vuestros trapicheos, devolved el dinero, pagad a hacienda, traeros el dinero de las cuentas que tenéis en el extranjero... y poneos a trabajar. Modificad la Constitución para que se pueda convocar el referéndum en Catalunya legalmente, a lo mejor ni siquiera lo ganan los independentistas, pero como no os lo curréis de aquí se va a ir hasta Manolo el del tambor”. Pero para el miércoles ya había caído yo en lo mismo que había criticado. Recordé entonces un romance que se cantaba en Tiena hasta hace muy poco y que decía así:

“Clara soy. Clara me llamo, siendo clara me enturbié,
Por eso no diga nadie: De ese agua no beberé.
Porque el camino es muy largo y bien pudiera entrar sed”.

El caso es que, el mismo miércoles, me cogieron robando una ramita de romero de una casa particular. En mi paseo matinal, se me ocurrió que me aviaría para el almuerzo un filetillo de pechuga de pollo aderezado con romero. Cuando lo estoy cortando, sale y me pilla la dueña de la casa. No llamó a la Policía porque, según me dijo, bastante trabajo tienen con lo de las contratas de jardines de la operación Madeja como para molestarlos con este pequeño hurto, que además lo ha cometido usted, según me dice, para comer. Inmediatamente me he dado cuenta de que los ladrones organizados e institucionalizados llevan algo de razón, la culpa de lo que pasa es de todos. He corrido al Mercadona y le he comprado a la señora un botecito de romero.

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