Bolan
Ayer en la barra de un bar, un conocido me preguntó por mi manía de escribir artículos en los que se relacionan cosas que aparentemente no tienen nada que ver las unas con las otras. Me sorprendí porque, como Montaigne, no pensé que mis reflexiones pudieran suscitar interés fuera de mi familia. Creo –y este dato no interesará nada más que a los alumnos que estudiaron, en los 70, en los libros de la editorial Bruño de los Hermanos de la Salle- que fue el profesor Alain Rausch, responsable de la colección de Lengua Española de esa editorial, y lector a la sazón de la Universidad de Granada, el que me enseñó a juntar textos dispares. En concreto, en el tema 11 del libro de 8º de EGB, dedicado al Arte y escrito al alimón con mi hermano Joaquín, la mescolanza resultaba arriesgada. Utilizamos cuatro textos heterogéneos, uno que hablaba del estreno de Bernarda Alba en Estocolmo, otro del grupo musical T.Rexy de su líder de Mark Bolan, un tercero, sobre la muerte de Picasso contada por su jardinero y, de cierre, un poema de Alberti a los ojos de Picasso. Los estudiantes, gracias a nuestra elástica capacidad para relacionar unas cosas con otras, supieron en 1978 que Mark Bolan, era delgado, pequeño, delicado, con maquillaje, rímel en las pestañas, rojo en los labios y que actuaba vestido de chica: el perfecto representante del hombre objeto. Desencadenaba verdaderas locuras y delirios en sus actuaciones públicas. Bolan jadeaba, gemía, su voz se repetía como un eco, su cuerpo temblaba, su guitarra sonaba como dentro de una cueva, con un sonido muy metálico muy sofisticado al que los críticos calificaron de sexualizado. T.Rex logró colocar en el número uno del hit parade internacional varios títulos, pero en 1973 20th Century Boy superó todos los récords. Pese al éxito de ventas de nuestros libros, los Hermanos de la Salle no volvieron a contratarnos: les turbaban nuestras macedonias textuales. Ni siquiera cuando les explicamos que nuestro inspirador último era el Dios de la Biblia, cedieron. “Nada más misceláneo”, argumentamos, “que el relato bíblico donde hay piedad, compasión brutalidad, sexo, espionaje, tiros de arco, viejos verdes, doncellas recatadas, Magdalenas pedicuras, bulliciosos sanjuanes, centuriones avinagrados, higiénicos Pilatos… y, todo, en la misma obra y dictado por el mismo autor: el Padre Eterno”. No entendieron que, hasta cuando nos poníamos metrotextuales, copiábamos de Yahvé.
Desconocía esa faceta de autor de textos escolares. Eres una caja de sorpesas don Pablo. Tendráimos que tomar café una mañana de estas.
ResponderEliminarAG
La cantidad de cosas que puede hacer en una vida un perezoso como yo. Dichoso de vivir ni envidiado ni envidioso, cuya hazaña más prodigiosa ha sido haber rescatado de la vida en común, egoísta, todo el tiempo que le ha sido posible. Gracias, amigo. En cuanto nos veamos por Granada, formalizamos una cita para desayunar o tomar una cerveza. O me llamas el día que tengas un ratico libre.
Eliminar¡ Otros tiempos ! ¡ Siempre amigos !
ResponderEliminarAlain Rausch, 'Anónimo' amigo,nunca sabremos si nuestra amistad de entonces se ha alimentado y ha perdurado gracias a la distancia. Por mi parte, profeso un profundo respeto a tu inteligencia, a tu capacidad de cohonestar el montilla con el jumilla y el muscadet, y sobre todo a tu delicadísimo sentido de la amistad y del humor. Un abrazo.
EliminarTe informo (o te recuerdo porque quizá no has caído en ello) que vuestra situación tenía un ilustre precedente (tan ilustre como tu faceta "grantaigne"): el Martirio de San Mauricio de El Greco no fue apreciado por Felipe II, un cuadro misceláneo y ortodoxo donde los haya, como vuestro libro.
ResponderEliminarGrantaigne, eso es lo que soy, trasindependiente, un grantaigne del mismísimo Albaicín. Voy a ver el Martirio de San Mauricio por si me inspiro... Gracias, siempre, condescendiente amigo. Un saludo.
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