EN verano alguien roba el contenedor de basura que hay cerca de mi casa, a los pocos días suelen poner uno nuevo. Este año, el nuevo tiene impresa, debajo del escudo de la Diputación, la frase "Granada es Provincia". El asunto es tan misterioso como la abundancia de esculturas y pinturas obscenas en las iglesias románicas que hay a lo largo del Camino de Santiago. La Diputación pone el nombre de Granada en la basura y los canteros y escultores medievales acostumbraban a esculpir en los tímpanos de las iglesias e incluso en el interior de las mismas y sobre todo en los canecillos de los tejados escenas 'sucias' de coitos, felaciones o de actos de bestialismo. Hombres que exhiben unos falos indesmayables y mujeres de sexos del tamaño del que algunos biógrafos asignan a Greta Garbo.
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Nada de esto tendría hoy cabida, por ejemplo, en la Madraza granadina de la que ha sido alejada una exposición de collages de Juan Vida, en los que el pintor se manifiesta con la misma libertad que usaron los canteros en sus creaciones, en el siglo XII. Ni los prelados ni los abades medievales fueron tan estrechos como la comisión que se ha asustado por las obras de Vida. Dentro de mil años, los investigadores que encuentren un contenedor en algún yacimiento arqueológico del siglo XXI, quizá no entiendan tampoco por qué la Diputación tiró Granada a la basura. De la abundancia de escenas obscenas en el Románico se ha dicho de todo. Pero nadie parece tenerlo muy claro, ochocientos años después. Es posible que los hábitos y comportamientos sexuales del siglo XII no fueran los mojigatos del siglo XIX, o que la Iglesia, triunfadora y poderosa entonces, no temiese al sexo feroz y no le importara integrarlo en sus iglesias como un elemento más de la existencia humana. Incluso se ha llegado a decir que muchas de estas esculturas podrían representar a moros -de los que se hacía escarnio- vencidos y obligados por los cristianos a replegarse hacia el sur. Más comprensible es el esfuerzo que ha hecho este año la Diputación para arrojar a Lorca a la basura del provincianismo abusón y omnívoro. Tras el banquete de Alfacar, las servilletas arrojadas al suelo por los comensales lucen esta bonita inscripción: "Hoy, 17 de agosto, cautiva y desarmada la Razón y el sentido común, han alcanzado las tropas provinciales sus últimos objetivos culturales. La guerra ha terminado". Firmado: el Presidente.
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