Si pasas por la plaza de Bibataubín, puedes sentir ganas de tirar el monumento a José Antonio, aunque resultaría más barato, y estéticamente menos arriesgado, borrar la inscripción de la pilastra que lo soporta y sustituirla por otra que hable del horror que en Granada provocaron los inspiradores del símbolo y que quedase ésta para la posteridad como una más de las minusválidas estatuas granadinas; que ya lo dijo el poeta: que no hay en la vida nada como la pena de ser estatua en Granada. Porque si quitamos la efigie de las alitas de águila hay la posibilidad de que caiga sobre esa plaza otro adefesio de mil pares de kilotones, obra de un amigo de un concejal al que se le da muy bien rellenar espacios urbanos con lo que sea, por un precio imposible de pagar, y de afear todavía más, si cabe, nuestra maltrecha ciudad. La última intervención que conozco es la del Paseo del Salón en donde se han servido varias raciones de churros como de acero inoxidable sobre pilastras metálicas, obra del restaurador Aitor Urdangarín, que según Juan García Montero, en declaraciones a TG7, encajan perfectamente en ese lugar. No hay que olvidar que muy cerca está el café Fútbol donde se esculpen unos churros deliciosos. También se podría, por ahorrar, cerrar mientras que escampa, la sede, en la misma plaza, del Consejo Consultivo de Andalucía, y que sus miembros se reúnan en un bar próximo. ¡La de calefacción y guardias civiles que nos ahorraríamos! Hay un bar cerca que pone unas tapas excelentes –en el que si te trabajas a los camareros hasta puedes conseguir la segunda sin pagar nada-, que podría convertirse provisionalmente en sede de la Institución. Entiendo que tan alto Consejo, en la línea de lo que defiende el presidente del Poder judicial, para ejercer dignamente sus funciones, necesite de cierto boato que haga saber a las gentes que su trabajo es muy importante y necesario para la comunidad y que los funcionarios que lo ejercen deben de disfrutar de palafrenero y alguacilillos que los precedan y anuncien a la multitud pasmadas la presencia de sus señorías. Y que dada la transcendencia de sus dictámenes para el futuro de la Nacionalidad Histórica Andaluza, al Consejo ha de acogerlo un edificio noble. Pero también es verdad que la Junta de Andalucía, según vemos todos los días, sabe equivocarse sola perfectamente sin necesidad de que la aconseje nadie.
miércoles, 26 de diciembre de 2012
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Tengo un amiga, emprendedora, joven, estudiada, semi suiza, que con otros tres compañeros, amigos crearon una empresa, ellos un equipo de psicólogos, pedagogos, ilusionados, empezaron a trabajar con el comedor de los colegios públicos de Durcal, lucharon, progresaron y ampliaron, llevaban los comedores de otros dos colegios cercanos y todas las demás actividades de apoyo a los niños. Funcionaban muy bien, la gente estaba súper contenta con ellos… jóvenes ilusionados… crédulos… era una trampa, la Junta no les paga desde hace meses… ahora, después de tanto sembrado les piden un millón de euros de aval para poder seguir desarrollando su empresa… así que su trabajo va a pasar a una macro empresa de Sevilla…
ResponderEliminarA lo mejor necesitan ese dinero para poder seguir con sus boatos absurdos… ¡borrachos de poder!
Ojalá pudiera terminar el año asomada a la ventana de mis patios y ver un atisbo de esperanza...
Y entonces, que se reúnan de nuevo, en sus palacios o en el bar, o en el Salón, mirando el río pasar, y preparen la memoria histórica del futuro y pidan consejo a estos jóvenes, que son a los que están formando la memoria, ellos mismos, los mismos andaluces... que no podrán culpar ni señalar ajenos o forasteros como loa causantes de nuestra desolación.
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