Pánfilo, como ha sido maestro de lengua y de literatura, cree con Jefferson, uno de los padres fundadores de los Estados Unidos, que la ilustración opera a través de los escritores y de los lectores, de los libros y de las bibliotecas. Cada vez que ve a alguien leyendo, le vuelve la confianza en la naturaleza humana, porque está convencido del valor liberador de la lectura. Lleva con él su cámara de fotos y, sin pedir permiso, retrata a todo el que coge leyendo y lo cuelga en su muro. A las pocas horas de poner la foto del niño que lee sentado en un banco, Pánfila, su amiga, le ha enviado una instantánea de dos niños con libro, una glosa y esta pregunta:
"¿Quién sacará más provecho de la lectura, el niño que lee muy concentrado junto a un Lorca indiferente y a una madre ajena o los chicos de los Windsord, amablemente inspeccionados por la reina y el príncipe de Edimburgo? La leyenda que acompaña a la foto de Ana y Carlos, orienta sobre el caso pero no aporta del todo la solución. Dice así: “LOS WINDSOR, LECTORES POR ACCIDENTE. La reina de Inglaterra y su marido observan cómo sus hijos Ana y Carlos, leen. La foto se había planificado con los niños pescando. Pero la asistenta de Lord Snowdon [marido de la hermana de la reina y fotógrafo profesional] cocinó los peces que había comprado para la sesión”. Al final el asunto puede derivar en pura ergonomía. El niño plebeyo, más cómodo y menos presionado, se enterará mejor de lo que pone el libro que los príncipes, a los que la dureza de la piedra y la atención paterna les estropeó el disfrute. Un beso", concluye Pánfila.
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