jueves, 27 de octubre de 2011

Las máscaras y la luz

EL comentarista de un periódico digital encontró demodé la escenificación que ETA preparó para anunciar el "cese definitivo de la lucha armada": las capuchas, las boinas, los puños en alto y el anagrama con la serpiente enroscada a un hacha; el palpitar de la tela del pasamontañas blanco cuando hablaba el portavoz. Utilizó el periodista la palabra "ridícula" al referirse a ella. Seguro que los partidos vascos no encuentran la presentación ni ridícula, ni demodé. Más bien la interpretarán como una advertencia: "Nosotros hemos puesto, los soldados, las bajas, el dolor y el desarraigo", les están diciendo los etarras, "hemos vivido 43 años oscuros de madriguera, pistolas y muerte y vosotros (los que aceptasteis el juego de Madrid), años luminosos de moqueta, reconocimiento y epopeya; no lo olvidéis, ahora que llega el tiempo de la negociación". 
Si ETA no deja las armas, si no se disuelve, es sencillamente, porque la banda no cree que estemos en una sesión de magia del Mago Migue, o en un sueño, que es donde se diluyen las cosas a modo de maravilla, y, sobre todo, para recordar a sus afines que no pueden dejar en la estacada a presos y gudaris. ¿Por qué no pospuso ETA, el día 20, su anuncio de paz? ¿Por qué aceptó compartir ese día el protagonismo con el horror de las fotos de Gadafi linchado? Porque todavía usa el terror como argumento. 

También deben tomar nota los políticos del PP que siguen, todavía, recitando el cansino argumentario de que aquí no ha pasado nada y que ETA lo que tiene que hacer es derretirse como un taco de mantequilla expuesto al sol del verano. O exageraciones empecinadas como las de Mayor Oreja que pronostica que el País Vasco puede convertirse en otro Kosovo. Su líder, Rajoy, leyó un comunicado muy elaborado y sensato, tras el anuncio de la organización armada. Generoso, incluso, para con Rubalcaba. Declaró que el Estado no ha pagado precio político por el cese definitivo de la violencia. Rajoy que ya huele poder, que casi lo está palpando, ha enviado a su grosera extrema derecha este recado: "No es lo mismo hacer oposición que gobernar, en el gobierno hay que hablar con el "Movimiento de Liberación Vasco" -Aznar, dixit- y con quién sea". Primo Levi dijo que, en Auschwitz, lo peor fue "el dolor de hogar", la añoranza de casa. Para PP, el poder es su casa y los años de oposición los ha vivido como un doloroso tiempo de expoliación y exilio en el que ha preferido socavar los cimientos del Estado antes que asegurarlos. Ahora van a tener que hacer obras para que no se les caiga la casa. Rajoy ha comenzado el repello.

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