miércoles, 3 de abril de 2019

Naufragar me es dulce en este mar

Dulce naufragio
(Fotograma de la película Andréi Rubliov, 1966)
Hay imágenes chocantes: ver a un político en campaña, intimando con una vaca, sin su consentimiento, o a un papa, bajándose de la silla gestatoria de los arcanos teológicospara contestar las preguntas de un periodista, como un personaje más de Sábado Deluxecomo si no supiera que “el medio es el mensaje” y que el medio televisivo, a modo de Thermomixhomogeneiza todo lo que tritura sus cuchillasDesde que la misa dejó de decirse de espaldas a los fielesno se había producido una claudicación semejante. A una comunidad de monjas misioneras, según mis noticias, no le gustó nada que el Papa dejara por un rato al Espíritu Santo el gobierno de la iglesia (como si el Espíritu Santo fuese su manijero), para adorar a Évoleel becerro de oro audiovisual. Tambiénhay imágenes que nos conmueven: Acaba de morir el escritor Sánchez Ferlosio. De Lorca y de Ferlosio hay dos imágenes muy tiernasla de un Lorca maduro, enfermo de gripe, nada teatralenfundado en un batín de paño, derrotado por la fiebre y que no sabe que la muerte loaguarda pronto en Granada, su Granada. Y la de una foto de  Ferlosio en zapatillas caseras de fieltro, sesentón, que no ha necesitado de unas skechers para recorrer todos los mundos que recorrió. Otras, son imágenes irritantes: la deKichi, poniéndole una medalla a una talla o la de Susana Díaz, rodeada de legionarios erectos, con el Cristo de la Buena Muerte. Ni Lorca ni Cristo pudieron disfrutar de una buena muerte: Cristo, martirizado por su pueblo, y Lorca, fusilado por sus paisanosorgullosos de “haberle dado dos tiros en el culo por maricón. No todo el mundo tiene la mala suerte de unir al dolor irremediable delmorir, el de los insultos de una jauría de verdugos. Mi maestro, don Emilio Orozco, murió dulcemente,consolado por los luminosos versos de San Juan de la Cruz que le leía el organista de la catedralFerlosio, a sus noventa años, próximo a morir, llamó a un amigo para que le leyera estos versos de Leopardi: me acuerdo de lo eterno /y de las muertas estaciones y la presente y viva, / y sus sonidos. Así a través de esta / inmensidad se anega el pensamiento mío; y naufragar me es dulce en este mar. El oxímoron buena muerte nlo es tanto, si mueres de viejo y cierran tus ojos unos versos, leídos por la compasiva voz de un amigo.

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