miércoles, 10 de abril de 2019

Comunicación incomunicada


20.000 leguas de viaje subacuático en el ferrocarril subterráneo de Granada

El disruptivo Pánfilo me hace todos los días unos viajes insignificantes, que él considera muy significativos y que, en comparación con los que otros jubilados hacen a Praga o a Pompeya, resultan bastantes fútiles. Picado por el manoseado tópico electoral de que hay que dejarse de tonterías y preocuparse de los auténticos problemas de la gente, Pánfilo pega el oído para enterarse, ajeno a todo provecho electoral o partidario, de lo que verdaderamente preocupa a las criaturas. En sus desplazamientos diarios, anda observándolo todo y luego se empeña en contármelo. Ayer, una mujer en el metro se le quejó de la adicción a los móviles que padecemos. A Pánfilo, le costó trabajo admitir, desde su atalaya de observador, que la mujer sentada frente a él, hija de un marchante de ganado, madre de dos hijos y esposa de un albañil, tuviera hechas reflexiones muy atinadas sobre la incomunicación que los móviles generan en las familias.  La mujer hablaba muy alto y él, aunque está muy interesado en lo que piensa la gente, se sintió incómodo cuando los otros viajeros dejaron sus móviles para mirarlos. A la mujer le faltaba una paleta, rota al morder la concha de una almeja de un potaje de fideos, lo que le daba un aspecto desvalido que potenció el sentimiento de superioridad con que Pánfilo suele mirar a los sujetos con los que habla y a los que convierte de inmediato en objetos de observación.
Página del Cuestionario
Se lo digo y admite que padece una cierta deformación profesional que le viene de cuando recogía materiales para el Atlas lingüístico y etnográfico de Aragón, como aprendiz de dialectólogo de los maestros Manuel Alvar y Antonio Llorente. Visitaron, en los 60, más de 100 pueblos aragoneses. Al llegar a uno de ellos, buscaban a la persona adecuada para rellenar un extenso cuestionario. El “sujeto”, como le llamaban los investigadores, tenía que ser hombre, de mediana edad y no haber salido del pueblo. Para pasar el casting fonético, al aspirante no podía faltarle ni un diente. La evidente mella de la inteligente mujer del metro, hizo que Pánfilo se sintiera superior. Ni siquiera se bajó del burro de su pretendida excelencia cuando ella le soltó esta perla, antes de bajarse: “vivimos un tiempo de comunicación incomunicada que nos aísla a los unos de los otros”.  Y es que Pánfilo hubiera dado su reino por esta frase.

miércoles, 3 de abril de 2019

Naufragar me es dulce en este mar

Dulce naufragio
(Fotograma de la película Andréi Rubliov, 1966)
Hay imágenes chocantes: ver a un político en campaña, intimando con una vaca, sin su consentimiento, o a un papa, bajándose de la silla gestatoria de los arcanos teológicospara contestar las preguntas de un periodista, como un personaje más de Sábado Deluxecomo si no supiera que “el medio es el mensaje” y que el medio televisivo, a modo de Thermomixhomogeneiza todo lo que tritura sus cuchillasDesde que la misa dejó de decirse de espaldas a los fielesno se había producido una claudicación semejante. A una comunidad de monjas misioneras, según mis noticias, no le gustó nada que el Papa dejara por un rato al Espíritu Santo el gobierno de la iglesia (como si el Espíritu Santo fuese su manijero), para adorar a Évoleel becerro de oro audiovisual. Tambiénhay imágenes que nos conmueven: Acaba de morir el escritor Sánchez Ferlosio. De Lorca y de Ferlosio hay dos imágenes muy tiernasla de un Lorca maduro, enfermo de gripe, nada teatralenfundado en un batín de paño, derrotado por la fiebre y que no sabe que la muerte loaguarda pronto en Granada, su Granada. Y la de una foto de  Ferlosio en zapatillas caseras de fieltro, sesentón, que no ha necesitado de unas skechers para recorrer todos los mundos que recorrió. Otras, son imágenes irritantes: la deKichi, poniéndole una medalla a una talla o la de Susana Díaz, rodeada de legionarios erectos, con el Cristo de la Buena Muerte. Ni Lorca ni Cristo pudieron disfrutar de una buena muerte: Cristo, martirizado por su pueblo, y Lorca, fusilado por sus paisanosorgullosos de “haberle dado dos tiros en el culo por maricón. No todo el mundo tiene la mala suerte de unir al dolor irremediable delmorir, el de los insultos de una jauría de verdugos. Mi maestro, don Emilio Orozco, murió dulcemente,consolado por los luminosos versos de San Juan de la Cruz que le leía el organista de la catedralFerlosio, a sus noventa años, próximo a morir, llamó a un amigo para que le leyera estos versos de Leopardi: me acuerdo de lo eterno /y de las muertas estaciones y la presente y viva, / y sus sonidos. Así a través de esta / inmensidad se anega el pensamiento mío; y naufragar me es dulce en este mar. El oxímoron buena muerte nlo es tanto, si mueres de viejo y cierran tus ojos unos versos, leídos por la compasiva voz de un amigo.