miércoles, 25 de mayo de 2016

El lápiz roto

Matrioska
Una madre ha agredido y lesionado a la directora de un colegio de Santafé. La razón que ha dado es que habían regañado a su hija. Aunque sepamos las causas de por qué una madre pega a la persona encargada de enseñarle a su hija las instrucciones elementales para vivir junto a otros sin colisionar con ellos más de los preciso, no vamos a evitar estas agresiones. Porque las causas son múltiples y difíciles de eliminar de golpe. Para empezar, hay gente más violenta y gente menos violenta. Gente airada y gente flemática. Gente que pega y gente que sólo usa las palabras para las confrontaciones. Como en las matrioskas, dentro de la muñeca grande habitan otras muñecas más pequeñas, pero igualmente necesitadas de reconocimiento, atención y respeto. Algunas exigen más espacio del que les corresponde y tienden a reventar la matrioska, el sistema. ¿Cómo distinguirlas? Basta observar cómo tratan a los camareros o a los mayordomos;  a los maestros o a los médicos. Si alguien reclama, en un bar, para su gin-tonic, cardamomo y anís estrellado y abronca a la camarera, si no hay existencias, pensad que estáis ante un aspirante a señorito. Los caciques cordobeses, ricos de varias generaciones, eran más prácticos y, a veces, tenían el acierto de buscar esposas preparadas para tratar bien al servicio. “Rinden más y sisan menos”, les explicaban sus mentores, con cinismo, a las aspirantes a señoronas. Cuando una madre pega a una maestra es porque tribu y escuela chocan violentamente. Recuerdo haberle dicho, ejerciendo de tutor, a una madre alternativa que venía a quejarse de que los profesores la teníamos tomada con su hijo: “Señora, su tiempo de maleducar a su hijo, en la tribu familiar, está acabando, ahora déjenos maleducarlo a los especialistas, aquí en la escuela”.  Las tribus modernas están muy descompensadas. Son muy asimétricas. En las tribus de toda la vida, el número de personas mayores era menor que el de niños. Educar consistía en adiestrar a los jóvenes, entre otras habilidades y directrices, en la idea de que, si querían algo, había que ganárselo en competencia con los otros individuos de la tribu. Ahora, hay por cada tribu familiar, un niño y 30 personas mayores que lo miman y que no le niegan nada. Estos niños, en China lo saben muy bien tras décadas de política de hijo único, son difíciles de aguantar, incluso por los mismos padres que, incapaces de educarlos para la vida en común, la toman con los maestros a los que traspasan toda la responsabilidad de un fracaso que no se puede achacar sólo a la escuela. También se les pega a los médicos, como si fueran responsables de la fecha de caducidad que todos traemos escrita en alguna parte. Se martiriza a los funcionarios más débiles, porque no se puede o no se quiere atizarle a la cúpula del Estado. Es más fácil romper un lápiz o un fonendo que inutilizar una pistola o partir una porra.

4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Gracias, Coco Vida, generosa y hospitalaria. En un ratico, desayunamos juntos. Un beso

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  2. Gracias Mark Zabaleta, el eterno problema de cómo educar a los miembros más jóvenes de la tribu. Un saludo cordial.

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