miércoles, 20 de abril de 2016

¿Imprescindibles?

Imprescindible es una palabra impresionante. Imprescindible es el agua para el pez y para el sediento, el aire para el vuelo del pájaro y para la respiración,  las leyendas y los mitos para el hombre, la comida, el sueño… Los poetas y los políticos suelen abusar de esta palabra tan altisonante. “Este poema es imprescindible”, “este político es imprescindible” para su partido, para su país, para la humanidad. Los compañeros de formación lo suelen decir de sus jefes de fila. Los monarcas también tienen alrededor cortesanos que les dicen que son imprescindibles. De los dictadores,  ¿para qué vamos a hablar? Ellos se creen imprescindibles, y es muy triste ver las caras de asombro e incredulidad de alguno de ellos el día que los despedazan en mitad de una plaza, los fusilan o los ahorcan los mismos que los vitoreaban poco antes. La izquierda venía usando la palabra imprescindible como suya desde que el poeta Bertolt Brecht, un comunista sin partido, la usó en este texto: “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles”. En los carteles del Che Guevara este lema es tan habitual como la boina del revolucionario argentino. La Caixa se lo acaba de apropiar en su último spot publicitario, en el que da a conocer su obra social. El capitalismo financiero no entiende de ideologías, y al par que desahucia y desaloja a los clientes que no pagan las hipotecas, “hace el bien” y lo anuncia con la frase de un escritor revolucionario. La junta de Andalucía que no sabe si podrá seguir pagando a sus proveedores, cuenta con 36 Observatorios –que son instituciones con funcionarios nombrados a dedo y que se dedican como los teólogos a observar cosas impalpables, mientras que ellos no se dejan observar ni controlar, nunca-, acaba de declarar, sin embargo, que sus 36 observatorios, muchos de ellos con fines y funciones que tendrían que ser estudiados más por la Teodicea que por la Sociología, son imprescindibles. Los catalanes, que en esto nos llevan la delantera, como en tantas cosas, han inventado el termino “desconectar” para referirse al progresivo apagón del Estado español en esa autonomía. Propongo que, para comprobar hasta qué punto son imprescindibles esas instituciones regimentales y sus paniaguados, que las vayamos desconectando poco a poco. Hoy se cierra un observatorio, mañana otro…hasta desenchufar el último de ellos. Si Andalucía se colapsa, los conectamos de inmediato, y si no pasa nada, pues luego desconectamos las diputaciones, las consejerías, la presidencia, la misma autonomía y los 80 cargos que designan directamente los partidos políticos del Ayuntamiento de Granada y que se llevan 5 millones de euros del presupuesto municipal, hasta que nos quedemos como perro al que le han quitado pulgas.

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