Tomando tierra
Los nacionalismos, como las religiones, como las personas mismas, son muy contradictorios. Las religiones, mitologías irracionales, se han tenido que ir adaptando a la ciencia tocapelotas para sobrevivir. Es inconcebible que el cristianismo haya sobrevivido a Galileo, pero ahí está. Y los nacionalismos, mitologías milenaristas en estado puro, son ideologías guerreras y combativas pensadas para hacerse primero, con un territorio por la fuerza, después, para expandirse y conquistar a las tribus vecinas y, finalmente, constituir una nación-estado consolidada. Pero, los tiempos, las democracias burguesas, con sus racionalizaciones tocapelotas, los obligan a pasar por las urnas, aunque piensen que someterse al voto reglado es un herejía; y se inventan plebiscitos a su gusto; elecciones que se diseñaron para elegir al presidente de una comunidad de vecinos, terminan convertidas, por arte de birlibirloque, en ese platillo volante que llevo a suicidarse, el 25 de marzo de 1997 en el Rancho Santa Fe, a dos horas de Los Angeles y cerca de San diego, a 39 miembros de la secta de los davidianos. Esperaban, tras su muerte, subirse en marcha a la nave espacial que viajaba oculta en la cola del cometa Hale-Bopp y que los llevaría a su nueva patria, en otro planeta, limpio y deshabitado. Luego resultó que el platillo volante que los sedujo no era nada más que la cagada de una mosca en el negativo de una fotografía. Una ilusión vana, un error. Pero vivir resulta trabajoso, si se hace sin la esperanza de la salvación eterna.
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Muy bien expuesto....
ResponderEliminarSaludos
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQué pesadilla de tocapelotismo. Las ilusiones vanas no le sobreviven.
ResponderEliminarGracias y saludos.