La firma del pacto antiyihadista
A los que piensan que los hombres no somos capaces de llorar y de manifestar nuestros sentimientos sin tapujos, quiero decirles que se equivocan. En los últimos días me he sentido embargado por sentimientos profundos de tristeza y de ternura. Me ha entristecido, sin llegar al llanto, saber que el ministro Wert intentaba quitar del bachillerato los estudios que permiten a los jóvenes diferenciar a animales y a plantas. He recordado, con nostalgia, a don Fernando, el farmacéutico de Loja, que en 1953 nos sacaba al campo a ver cómo se reproducían los rabos de lagartija y cómo maduraban los frutos del otoño. También he recordado a la bibliotecaria del pueblo que, aparte de darnos clase de Lengua y Literatura Españolas, en la misma academia que el farmacéutico nos enseñaba Ciencias, mantenía abierta por las tardes la biblioteca municipal para que pudiéramos leer libros instructivos y de provecho. Mi formación se completó en el Cine Imperial de la localidad, donde nos colábamos mi hermano y yo a ver películas gravemente peligrosas para la infancia, como Ivanhoe, donde la bella judía Rebeca (Liz Taylor) nos ayudó a tomar conciencia de nuestra orientación sexual. Gracias a estos dos profesores aprendí a no confundir un gato con Platero, el repelente burro de Juan Ramón Jiménez. Parece que Wert no quiere que los niños se dediquen a comparar unos animales con otros, no vayan a encontrar semejanzas entre el animal político del que hablaba Aristóteles -el zoon politicon- y otras especies de brutos. En su lugar, estudiarán seres vivos muy pequeños (como las mycoplasmas, unas bacterias que apenas miden 200 nanómetros), observables sólo con el microscopio electrónico. Lo de los animales grandes se le encarga a Spielberg, con lo cual los muchachos solo reconocerán de dinosaurio para arriba. En cuanto a las plantas, Wert ha dejado la puerta abierta para que se les enseñe a los alumnos a diferenciar las plantas naturales de las artificiales. Todo no está perdido.
Y también he sentido ternura por los tertulianos. Los pobres rompiéndose la cabeza para explicar lo que ya se conoce como la "paradoja yihadista", inventada por Pedro Sánchez, más cercana a la mística que a la lógica, y que se resume así: "Firmo sin firmar en sí, /y tan alta gloria espero, / que vuelo, aunque no vuelo". Llevan los pobres tertulianos días devanándose los sesos para explicarle a la gente cómo se puede firmar el pacto antiyihadista sin respaldarlo. Peor será cuando Sánchez tenga que justificar la firma de un pacto con Rajoy para incluir en el Estado Islámico, antes de las elecciones, a todos los españoles que den la espalda al bipartidismo.
Parece que la realidad (si es que existe), tu pulsión por expresarte y una cierta vocación que debes tener por rebelarte ante la mediocridad, no te han dejado seguir con el asunto de los bollos. Felicidades.
ResponderEliminarGracias y saludos.
A los bollos, me lleva la gula, a la rebeldía, los nervios, querido Trasindependiente. Un abrazo cordial y muchas gracias.
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