
Redactar aforismos es un vicio. El aforismo, que es una frase no muy larga, repleta de sabiduría, que se ofrece a la humanidad como tabla de salvación o abracadabra de los misterios de la vida, tiene una larga tradición en la Literatura Universal. Los que más mérito tienen son los proverbios más antiguos. Los que los redactaron vivían todavía asombrados ante la herramienta que la casualidad o la necesidad había puesto en sus manos: la escritura. Hoy se escriben aforismos filosóficos por pereza: es más fácil escribir un libro de aforismos que un corpus filosófico con todos sus componentes: física, metafísica, teodicea, lógica… La gente se pasa un año escribiendo comentarios en el facebook y, cuando tiene editor, los publica como si fueran aforismos. Si no te cuidas, terminas pareciéndote en tus aforismos a Paulo Coelho o a Benjamín Prado, y das en moralista o en predicador de verdades indiscutibles y te alejas de la realidad y de la gente. Tu carrera aforística puede empezar cuando alguien dice que le gusta tu frase: “Susana Díaz ha decidido renunciar a la lucha por la dirección nacional del PSOE para dedicarse a asistir a todas las romerías y procesiones que alegran el verano andaluz”. Lo que más anima a seguir es que un amigo virtual califique de “genial” alguna banalidad como ésta: “Vivimos en una perfecta paganidad laica, poblada de miles de dioses falsos pero con un sólo sacerdote verdadero: el comunicador que, igual retrasmite el Rocío que el Granada- Elche, la apertura del Parlamento andaluz, las migas o las patatas a lo pobre de las casetas del Corpus”. El halago elimina el poco sentido común que queda y te pones, diarreico, a fabricar aforismos. Y te salen casi de forma automática, como las pelotas que expelen las maquinas lanzadoras en los partidos de los tenistas solitarios. Y tiras: “Somos la gente mejor preparada de toda la Historia de España, para prescindir de la Monarquía”. Y ya sin freno escribes: “El Gobierno no ha invitado al acto de proclamación de Felipe VI a nadie, porque como Bárcenas está en la cárcel, que era el encargado de la logística de estos eventos, echando mano del negro, no sabe cómo gestionar los manises y los confetis. Tampoco los payasos”. Ya de madrugada, en el duermevela, puedes concluir: “Letizia y Felipe son la pareja más preparada para colarse en un puesto de trabajo muy interesante sin hacer oposiciones ni presentar currículos”, antes de caer rendido.
Fantástico.
ResponderEliminarLo ha descrito usted con mucho ángel...
Hay quien re lata que es una lata...pero la moda es la moda...y después de cansarnos de ponernos y que nos pongan a caer de un burro...que me he enterado hoy que hay escritores que con un montón de frases hechas hacen un libro.
Saluditos.