Foto de Álex Cámara, para Granada Digital
Vivo el feminismo desde el exilio interior. Pero a veces, algún hecho me mueve a salir de la clandestinidad, exultante, y lo proclamo y lo predico. La foto de Álex Cámara que ilustra esta columna me impresionó, la colgué en Facebook y la apostillé así: “Las 10 mejores notas de Selectividad en Granada. 7 son chicas. Es muy posible que ninguna de estas chicas sufra acoso sexual en San Fermín. También se puede encontrar en la red la foto de promociones de fiscales, jueces, médicos... con una abrumadora mayoría de mujeres, que no todo va a ser llorar”. Menudearon los comentarios y las visitas. Varias mujeres le dieron al “Me gusta” del fb y otras prefirieron seguir en la queja y el lamento. Una apostilló: “pero los altos ejecutivos siguen siendo hombres, los presidentes, hombres; los políticos con poder, hombres, ¿qué m. está pasando?” Y otra mostró su conformidad con el comentario anterior de esta manera: “pues que seguimos siendo "las chicas", tan monas, tan "listas", a las que se nos han hecho algunas concesiones para que no levantemos demasiado la voz, lo justo, pero a las que no ceden ni un milímetro como no sea mediante una lucha sin cuartel”. Yo sabiendo que navegaba por aguas turbulentas y que me podía caer parda, me atreví a insinuar: “En lo que se refiere a la política, el que muchas mujeres no quieran lanzarse a ese lodazal no es nada más que una prueba de sensatez y sentido común”. Pronto me llamaron la atención: “¿Qué quieres decir, Pablo, con tu comentario, que las chicas no tiene que ir a San Fermín? Respecto de la política y las mujeres”, seguía la comentarista, “ mejor que seas más riguroso con ambas cosas porque no están los tiempos para veleidades”. Hube de decirle que de San Fermín sólo hablaba con mi confesor y que en lo que toca a “mis veleidades”, estaba yo esperando una dirección espiritual firme y lúcida que me apartara de todo tipo de veleidades y que al leer su comentario me había dado cuenta de dónde podía venir el remedio a mis tonterías. Por lo pronto volví a repasar las fotos de las fiestas pamplonicas en las que aparecían chicas supuestamente acosadas por machos hambrientos y tuve que admitir que lo verdaderamente machista del caso es que las redacciones de los periódicos están seleccionando fotos donde las chicas requeridas no parecen estar sufriendo todo lo que tendrían que sufrir para contentar a los que las usan como ariete feminista. Un desahogado me escribe: “Estas orgías de nuevo cuño en las que las mujeres no son tan ‘objeto’ como en las del Olimpo merecen nuevos análisis y, desde luego, repelen los panfletos, los argumentarios y las hojillas parroquiales del Instituto de la Mujer. De lo que hay que hablar es de las decisiones, más o menos libres, que están tomando algunas mujeres cuando empiezan a ser 'sujetos'. Lo demás son fruslerías para la parroquia”.
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