Es mucho más cómodo administrar una casa cuando hay dinero que cuando no lo hay. Lo que sucede es que, como decía mi padre, en las familias los padres no lo son por elección democrática. El procedimiento de su acceso al poder viene siendo otro. Tampoco estaba previsto que, en tiempos de escasez, adelantaran las elecciones para dejar paso a otros padres. El sistema democrático sí puede hacerlo. Vascos y gallegos han adelantado sus elecciones, como si los actuales gobernantes prefirieran que los que pidan el rescate al Estado, como acaba de hacer la Generalitat, o restablezcan la pobreza, sean otros. Los gobernantes se han aferrado al poder mientras han tenido dinero hasta para inventar lenguas autonómicas. Cuando voy a Galicia y oigo a los políticos o a los periodistas hablar en lo que ellos llaman “galego”, les agradezco el esfuerzo que hacen para que un andaluz se entere perfectamente de lo que dicen sin necesidad de traductor. Esto no me sucede en otros países. En Francia, me tengo que pasar al menos una semana oyendo el trasparente francés de Radio Notre-Dame, emisora católica de pausados hábitos misioneros con aborígenes, para entender lo que me dice la panadera que me vende los cruasanes, que es algo cachonda y se ríe de mí descaradamente, sin que yo, minusválido en francés, pueda entrar en el combate que tanto me entretiene cuando la que se ríe de mí es una panadera de Alfácar. En Italia, me coloco los auriculares nada más llegar a Roma y soporto devotamente durante 7 días los fervorines de Radio Vaticana, elaborados con la lenta prosodia pedagógica de Chavela Vargas, mujer que más que corridos cantaba sesudos arrastrados. Pasado ese tiempo de aprendizaje, entiendo algo de los debates del parlamento italiano y la “chiacchiera” de los mercadillos del Trastevere. Y es porque francés e italiano son lenguas diferentes del español; románicas, sí, pero diferentes y, como tales, no las entiendo. Lo que me extraña es que los campesinos o pescadores de Ourense o de Miño, hablantes de otra lengua románica, incomprensible para el que no la conoce, no hayan solicitado un traductor para enterarse de lo que les dicen los políticos y los informadores cuando les hablan en ese raro invento (ese galego para parvos o tontos), fruto de la filología industrial, que ni es castellano ni es gallego. No digo yo que cada campesino reclame un traductor, pero sí uno por casa. Tendrían el mismo derecho que los senadores que siguen tirando 350.500 € al año en que les traduzcan las diversas lenguas oficiales del Estado, cuando disponen de una que entienden todos.
miércoles, 29 de agosto de 2012
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Certo, moi certo lo del idioma, (pseudo-idioma a cámara lenta, nada que ver con el del bar cuando estas disfrutando de una bandejiña de almejas y los de al lado hablan entre elos...)
ResponderEliminarGrave moi grave, lo de la parentela de la patria...
Esta noche me he quedado pensando y mas que padres, padrastros, y de perilla la definición de la RAE
ResponderEliminar3.- Obstáculo, impedimento, inconveniente que estorba o daña en una materia.
¡Pedazo padrastros de la patria!