jueves, 23 de febrero de 2012

El privilegio de la servidumbre

¿ESTÁ todo en los libros? Así lo creen las herméticas castas de especialistas que vienen viviendode y para interpretar la Torá, la Biblia o el Corán. Todavía hoy se utilizan estos textos para rechazar la evolución, justificar la decapitación de un rehén, expulsar a las mujeres de la administración de "lo sagrado" o como milenaria escritura notarial de propiedad de terrenos edificables en el Próximo Oriente. La imprenta, Cervantes, Montaigne, el siglo XVIII y la Ilustración, entre otros, añadieron a los tres anteriores, más libros, igualmente sagrados en los que vertieron "la nueva Sabiduría" laica. Hoy todo no está en los libros, está por todos sitios, sobre todo en la nube, mucho menos organizado, manipulado y adobado, pero mucho más abundante y, sobre todo, al alcance de cualquier enredado. Cuando trabajaba en la Facultad de Letras de Granada, secuestré el único ejemplar que había en la biblioteca de El dialecto leonés de Menéndez Pidal y lo estuve reproduciéndo en clase sin aclarar suficientemente que los datos me los estaba bajando de don Ramón. ¡Menos mal que Teddy Bautista dedicaba entonces todo su tiempo a tocar con Los Canarios! Un catedrático de mi facultad se llevó un mal rato cuando una editorial publicó, en edición de bolsillo, el libro El Otoño de la Edad Media de Huizinga que llevaba pirateando años, sin confesarlo. 
Ciertos libros, sin embargo, sí contienen algunas ideas de provecho como éstas de El primer hombre de Camus (redactado en los 50): "El desempleo, para el que no había seguro [en la Argelia colonial], era el mal más temido. Ello explicaba que esos obreros […] que en la vida cotidiana eran siempre los más tolerantes de los hombres, fuesen siempre xenófobos en cuestiones de trabajo, acusando sucesivamente a los italianos, los españoles, los judíos, los árabes y finalmente a la tierra entera, de robarles su empleo -actitud sin duda desconcertante para los intelectuales que escriben sobre la teoría del proletariado, y sin embargo muy humana y muy excusable-. Lo que esos nacionalistas inesperados disputaban a las otras nacionalidades no eran el dominio del mundo o los privilegios del dinero y del ocio, sino el privilegio de la servidumbre". 
Algo parecido está sucediendo ahora. Aunque Teresa Jiménez, del PSOE, insinúe que el trabajo que ofrece hoy el mercado hace a la persona más digna y más libre. Quizá se refiera a trabajos nada precarios, como el suyo, que sí debe de haberla convertido en una persona digna y libre, porque en casi todas las fotos se la ve feliz. Los habrá que no sepan de qué se ríe.

2 comentarios:

  1. Se ha acuñado ya un nuevo término para denominar a esta nueva subclase del proletariado postmarxista: el precariado. La neoesclavitud globalizada. Muchos prefijos y sufijos para estos tiempos de ríos revueltos y pescadores "listos" y palabras rebuscadas. Pues a más precariado, más imprecaciones: Me c. en su p. m.de quien corresponda.

    Un saludo, don Pablo.

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  2. Miguel, ni me atrevo a escribir la imprecación que se me está ocurriendo ahora mismo. Dirigida a los insaciables amos del dinero. Gracias, un saludo cordial.

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