viernes, 24 de diciembre de 2010

Las rastrilleras apuestan por una infelicidad sostenible

En esta fiestas tan entrañables se ejerce una presión excesiva sobre los que suponemos infelices, para que dejen de serlo. No estoy muy convencido de que siendo todos felices, nos encontremos bien o seamos dichosos. ¿Y las señoras que venden yemas "revenías" de la monjitas en los rastrillos de caridad? Les vamos a quitar sus yemas y la sensación de bondad que las inunda por cada yema que expelen? ¡Rastrilleras del mundo uníos, que no os quiten vuetros rastrillos! !Contra una Ley Sinde para la erradicación de la indigencia! Mientras que haya una yema que vender debe de haber un menesteroso infeliz que justifique su venta. Pero como toda obra humana, los rastrillos admiten mejoras. Se les administre a las señoras que los atienden una pildora de amargor, porque tanta miel en sus dulces y tanta melosidad en sus caras, pueden provocar vómitos en los estómagos más acostumbrados a estas turbulencias místico-sentimentales. "Con un poco de acíbar que os den, benéficas rastrilleras, pasará mejor la vomitiva píldora de bondad que nos administráis"

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