Armas de mujer
En la cópula, la hembra del insecto conocido como santateresa introduce hasta el estómago del macho una lengua tubular por la que le desliza un líquido cáustico que le disuelve los órganos y luego, mientras que le hace gozo, le va sorbiendo su sustancia, tal como ha hecho Sáenz de Santamaría con Rajoy. No sé si la ex vicepresidenta del Gobierno ha leído “El segundo sexo”, la obra de Simone de Beauvoir -no me consta que en las oposiciones de registradores de la propiedad se dé este tema- pero coincide con la escritora francesa en que las mujeres deben clausurar la época de la queja y, también, la del rechazo de todo lo que proceda del varón. A Rajoy le aceptó la única vicepresidencia de su gabinete, y de quejarse nada: no tiene tiempo para tirarse al suelo y desde allí zancadillear y manejar a los machos, ella viene dedicando todos sus esfuerzos a prepararse para ser la primera presidenta del Gobierno de España. Sólo se recuesta, cuando posa en ropa interior de calidad, negra y bordada a mano, para las revistas. Porque ella, virgen de toda ideología que no sea la del poder, no desaprovecha ninguna de sus gracias. Rajoy no lo supo, pero ella desde el primer momento se afanó en meterle la lengua para sorberle la sustancia del poder. El día de la moción de censura, cuando Rajoy, deshecho, ya cáscara vacía, se consolaba con sus íntimos en un bar cercano al Congreso, Soraya dio el primer "golpe de bolso" de la historia de la lucha por el poder y colocó el suyo en el asiento vacío del presidente. Mejor dicho, como la mantis religiosa, lo que realmente culminó fue un "golpe de lengua". Mejor será que sus oponentes actuales en la lucha por la presidencia del Partido Popular mantengan la boca cerrada. En boca cerrada no entra lengua succionadora.
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