Juguete roto
Los mayores siempre han dedicado tiempo a preparar a los jóvenes para la vida. El sociólogo francés Emilio Durkheim lo veía así: "La educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre aquellas que no han alcanzado todavía el grado de madurez necesario para la vida social. Tiene por objeto el suscitar y desarrollar en el niño un cierto número de estados físicos, intelectuales y morales que le van a exigir tanto la sociedad política en su conjunto, como el medio ambiente específico al que está especialmente destinado". Esto lo publicó en 1911. Tres años antes de que estallara la Primera Guerra Mundial. No creo que la guerra estuviera entre las herramientas educativas que este sociólogo consideraba imprescindibles para suscitar en el niño una serie de habilidades para la vida en común. Lo mejor para educar a un niño, sin que los padres tengan que implicarse en ayudarle a hacer los deberes, es la "ratio socrática", es decir, un Sócrates para cada Fedro. Este método conjuga el aprendizaje intelectual con el físico: cuando hacía buen tiempo, Sócrates se paseaba en Atenas, con su alumno Fedro, por las orillas del río Cefiso y le enseñaba filosofía al tiempo que consumían calorías. Don Fernando, mi profesor de Ciencias Naturales, en Loja, también nos llevaba al campo para ver saltar a las ranas y deslizarse las lagartijas. Alguna se diseccionó - ¡que no me oigan los animalistas!- en la rebotica de su farmacia. Pero ya éramos más de un Fedro en clase. La sociedad actual oscila entre Buda y Procusto, en lo que a Educación se refiere. A Buda no lo dejó salir su padre a la puerta de la calle, durante toda su infancia, para que no viera lo jodía que estaba la cosa fuera del palacio. Pero se escapó y se topó de repente con el dolor y la muerte. Se llevó un sofocón. No estaba preparado. Luego está Procusto, que era un señor de la mitología griega que estaba empeñado en meter a todo el que pasaba por la puerta de su casa en una cama de un solo formato. Si era grande y no cabía, le cortaba lo que le sobraba, y si era pequeño y dejaba media cama vacía, lo estiraba. Lo mejor es lo de Fedro que no se llevaba deberes a casa, los hacía todos con Sócrates. Pero actualmente los profes tienen en clase de 30 a 37 Fedros. En una hora no tienen tiempo de explicar el tema del día y de que los chicos hagan los deberes en clase y, menos, de corregirlos en la misma aula. Los chicos tienen que llevarse algunos a casa. Los padres prefieren jugar al pádel con sus hijos o meterse en Zara antes que ayudarles con los deberes. Confortable fue la infancia de Buda, pero poco interactiva. Sí, la escuela es un poco el lecho de Procusto. Estira o amputa para amoldar a todos a un formato estándar. Es tarea de padres y profesores que los niños salgan de la escuela más o menos adiestrados para la vida. Que los pequeños budas sepan desde chicos lo que es trabajar, sin que la escuela los desmembre y los lesione.sábado, 12 de noviembre de 2016
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Una interesante perspectiva...
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